martes, 14 de enero de 2014

Reseña: Yo fui a E.G.B. de Javier Ikaz y Jorge Díaz


Título: Yo fui a E.G.B. 
Autores: Javier Ikaz/Jorge Díaz 
Editorial: Plaza & Janés 
Año de Publicación: 2013 
ISBN: 9788401346712
Nº de Páginas: 256

Sinopsis de la editorial: Si aprendiste los ríos y las cordilleras mientras mordisqueabas una goma Milán, si comiste empanadillas en Móstoles, si estabas entre dos tierras y no encontrabas el sitio de tu recreo, si para ti el tiempo era oro y jugabas al precio justo, seguro que fuiste a EGB. Si llevaste hombreras o te echabas laca Nelly, si el primer libro que leíste fue El libro gordo de Petete, si tu primera lágrima fue porque Marco no encontraba a su madre, si el primer polo que te comiste fue un frigodedo, no hay duda de que tú también fuiste a EGB. Los pitufos, Naranjito, Parchís, ET, las chapas, el seiscientos, Orzowei, los minerales, los gusanos de seda, los rotring, la teleindisdreta, la abeja Maya, los lagartos de V, la Botilde, The Final Countdown... Todos los que fuimos a EGB sabemos que hay mil historias que contar y estamos deseando retroceder en el tiempo para recordarlas todas en un libro totalmente ilustrado y escrito por los autores del exitoso blog Yo fui a EGB. El libro que celebra el fenómeno de internet Yo fui a EGB , seguido por más de medio millón de personas, y ganador del Mejor Blog Personal y Mejor Blog del Público en los Premios Bitácoras, y Mejor Blog Personal y Mejor Blog del Año en los Premios 20Blogs. 

 
E.G.B, eran las siglas de Educación General Básica, sistema educativo aprobado en 1970 y que pretendía acabar con el analfabetismo en España. Era obligatorio, duraba 8 años y al acabar con 14 años obtenías tu primer título oficial: el Graduado Escolar. Luego podías seguir con la F.P. (Formación profesional) o con el B.U.P. (Bachillerato Unificado Polivalente), que eran 3 años y obtenías el título de Bachiller. Si querías ir a la universidad tenías que hacer el C.O.U. (Curso de Orientación Universitaria), que en realidad no era más que un 4º de Bachiller. Teníamos que escoger entre Religión o Ética y luego entre Ciencias o Letras (aunque se podían hacer sándwiches mixtos).

Durante las décadas de los 60 y 70 hubo un gran indice de natalidad en España que se llamó Baby Boom. Por este motivo, mucha gente hizo la E.G.B. (como poco y además al ser obligatoria todo los niños tenían que pasar por ella). Muchos vivíamos en barrios que se empezaron a desarrollar en esa época donde había niños por todas partes. A veces había más de 40 niños por clase (basado en hechos reales) y tuvimos que estrenar colegios e institutos. Duró hasta mediados de los 90, así que quien la acabó entera tiene por lo menos 31 años. Así que esos niños de la E.G.B. ya estamos un poco creciditos y nos toca empezar a ser abuelitos cebolletas contando batallitas. No vivimos una guerra ni tuvimos cartillas de racionamiento: nuestras batallitas hablan de cintas, hombreras y polvos pica pica... Y hasta de un erizo rosa. 

JAVIER IKAZ Y JORGE DIAZ, LOS AUTORES: 

Javier Ikaz nació siendo aún muy pequeño, concretamente un abril de 1978, pero con la total convicción de que no le gustaría ir a clase. Cuando llegó el momento de ponerse la bata y acarrear una pesada mochila descubrió que aquello tampoco estaba tan mal, a pesar de las matemáticas. Hizo muchos amigos de los que se alejaba cuando se ponían a jugar al fútbol, ocasión que aprovechaba para leer y escribir. De hecho la afición la mantiene y le ha permitido publicar varios libros, y gracias a su cinefilia ha dirigido numerosos cortometrajes y un documental. No era mal estudiante y mucho menos bueno, pero finalmente acabó con el libro de escolaridad en un cajón del mueble del salón, junto a un montón de cartas del banco sin abrir, y con un título de informático sin ejercer.

Desde bien joven desarrolló un oído musical nefasto, a pesar de tener la casa llena de cassettes de todo tipo. Una vez se encontró una moneda de cien pesetas en la calle y descubrió que la vida merece la pena. Desde entonces lee y escribe como si no hubiese mañana. A veces hasta de manera profesional.






Nació en Bilbao en abril de 1971 y hubiera pasado totalmente desapercibido durante los ocho años de su EGB de no ser por aquellos cuadernos de matemáticas en los que utilizaba la regla hasta para hacer el símbolo "más" y aquella dichosa canción que un profe les mandó inventar y que a punto estuvo de convertirse en el himno del colegio. Siempre suspendía gimnasia, calcaba los dibujos y se ponía rojo como un tomate cuando tenía que hablar en público, ¡imaginaos cuando tuvo que pasar por todas las clases cantando su canción. 

Se aficionó a llegar tarde por las mañanas y enseguida descubrió que el pasillo no era ningún castigo. No ganó ni una sola medalla, pero sí un montón de amigos que todavía conserva y a los que sigue llamando por su mote del cole.

De la universidad salió con un título en Ciencias de la Información (Publicidad) que le permitió trabajar como creativo en varias agencias de publicidad hasta que hace un par de años decidió montar la suya propia, Pentsaleku, ese lugar al que mandan a los niños a pensar cuando se portan mal. Además de diseñar, bloguea y, durante los últimos ocho años, ha escrito en un montón de publicaciones hasta hacer de los blogs su profesión y conseguir hablar de música sin necesidad de tener que cantar. Hace muy poco descubrió que ya no se pone colorado.

Su afición a recordar viejos tiempos les llevó a crear la página de Facebook llamada Yo fui a E.G.B., que actualmente cuenta con 761.161 me gusta. En la portada aparece el mítico libro de Sociales de 8º, ese azul marino con cuadrados de colores. De la página salió el blog del mismo nombre para sacar del baúl de los recuerdos aquellos objetos que marcaron nuestra infancia y adolescencia. Y entre otras cosas, se ha elegido la película, la canción o la serie de la E.G.B. Debido a su éxito, el blog dio lugar a un libro del mismo nombre que ya va por la 6º edición y está siendo todo un fenómeno de ventas desde que salió. Se pidió la colaboración de los seguidores con fotos y la que escribe esta reseña mandó unas cuantas que tenía por casa. De todas, una les gustó y está en el libro. Luego os diré cuál es.


Yo fui a E.G.B. se puede considerar como un concepto en si mismo, ya que desde hace muchos años es una conversación habitual entre los que vivimos aquella época hablar de lo que veíamos por la tele o la música que escuchábamos. Recuerdo que el año pasado, un comercial me dijo que era 2 años menor que yo y así empezamos a hablar de nuestra infancia. Al hablarle de este grupo de facebook, me dijo que no lo conocía, pero que, evidentemente, lo iba a buscar. Los de la E.G.B. siempre queríamos tener una banda (y no sólo de Rock'roll). Y todos formamos una banda con la consigna de Yo fui E.G.B.  Con el irónico "no somos nostálgicos, más que nada porque no hay nostalgias como las de antes" quieren demostrar cómo tuvimos una gran vida social sin redes sociales o cómo llegábamos sanos y salvos después de viajar en un coche sin aire acondicionado y sin cinturón de seguridad.

IMPRESIONES: 

La portada más de E.G.B no puede ser: escrito a boli Yo fui a E.G.B con la tilde tachada de la i del fui, ya que lo mismo te decían que había que poner la tilde como te decían que no. También cada año cambiaba la regla si había que poner las tildes a las mayúsculas o no ponerlas. El papel milimetrado yo lo utilicé hacia 5º de E.G.B más o menos, ya que a cada profesor le gustaba un tipo de papel. Normalmente para matemáticas se utilizaban los cuadrados y para lengua los renglones. El milimetrado vale para todo, pero a mí sólo me gusta para gráficos.

El nombre de los autores imita a unas etiquetas que se utilizaban mucho en esa época y que se hacía con una máquina. Hasta que no vi el libro no me había vuelto a acordar de estas etiquetas. Ya os digo que con este libro empiezan a salir muchos recuerdos que tenías ahí metidos. 

Al abrir el libro encontramos una foto de esas que se hacía con todos los compañeros de clase (pero que en mi colegio nunca se hizo). Todo chicos (todavía se separaban las clases por sexo) y con la sonrisa acid que se convirtió en todo un símbolo de la época. 

El indice del libro como no podía ser de otro modo, está escrito a mano, ya que a falta de Word tocaba hacer los indices de los trabajos que teníamos que hacer en clase a la antigua usanza (si acaso se hacían con la máquina de escribir, pero para eso había que ir a mecanografía).


CAPITULO 1: ¿QUE QUEREIS DE MERENDAR?:  

A ritmo de la canción de Tostarica que cantaba Teresa Rabal, empezamos recordando lo que comíamos durante las meriendas o cuando estábamos en la calle con los amiguetes. Hay que tener en cuenta que en esa época no había tantas marcas como ahora, por lo que todos consumíamos prácticamente lo mismo. Empezamos por los helados, que había 3 grandes marcas: Frigo, Miko y Camy (que se notaba que rivalizaban entre ellas). De Frigo me gustaba el Negrito y el Super Choc, de Camy el Colajet y el Fantasma (que gracias a el libro me enteré que se llamaba Nifty) y de Miko no tenía ningún helado de referencia, por lo que pedía los almendrados y los de naranja o limón. También había otras marcas como Royne o Avidesa (que no sé por qué pero los tenía mucha manía y no sé si llegué a probar alguna vez alguno). Y sí no, siempre nos quedaba pedir un buen corte, como hacían nuestros padres. Eso sí, si quedaba poca paga y el calor apretaba, nada mejor que el Flash. Con 5 duros podías comprar hasta 5 flashes (¡Pobre garganta!). 

El resto del año y con la paga de los domingos tocaba ir al kiosko a comprar provisiones de chuches para toda la semana. Nunca faltaban los chicles de Cheiw y los de Bang Bang para hacer los globos más grandes (eso sí, en clase mejor no comerlo). Las niñas teníamos un chicle para nosotras llamado Niña que era de fresa y sabía riquísimo (igual algún niño lo probaba a escondidas también). ¿Quién hablaba de sexismo en esa época? 

Tampoco faltaban los palotes y si con suerte alguna niña de clase cumplía años esa semana, tendríamos un sugus como mínimo (2 era un lujo). ¿Por qué razón no había casi sugus azules? Pregunta sin respuesta. 

 
Pero como los Chimos nada, que hasta a los padres les gustaba. Eso si, mejor que no se enterasen de que antes de comer el domingo tomábamos un Peta Zeta, ese caramelo que explotaba en la lengua. Había mucha originalidad, como los Escalofríos, que los metías en la boca y notabas eso: un escalofrío. Y para hacernos los mayores, nada mejor que cigarrillos de chocolate, que al final comías el papel y todo. O si no, el caramelo de cubalibre (si no salimos borrachos ni fumadores empedernidos, hay que pensar que tan malo no era, ¿verdad?).

 
Una cosa que odiaba era el palulú (que en otras zonas se llamaba palodú). Siempre que venía a los kioskos, lo compraba, pero después de morderlo un poco lo acaba tirando. Todavía no sé que veían en él, con ese sabor que te quedaba... Para quitar el sabor nada mejor que un Kojak (un chupa-chups que se llamaba como un un personaje de la tele). Al acabarlo, había un chicle, así que tenías 2 chucherías en una. 

 
Para empezar el día sólo teníamos el Cola-Cao o el Nesquik (en mi casa eramos del segundo). Mientras escuchábamos en la radio los Porretas, no faltaba el Nesquik con las galletas Fontaneda untadas con mantequilla y mermelada. Y para el recreo mi madre me metía en la cartera pan con chocolate o si no un Phoskito. También me encantaba Mi Merienda de Panrico, sobre todo por esa chocolatina de Nestlé que llevaba. Todo eso se acabó cuando llegó el Bollycao (el cacho con más chocolate te hacía entrar en éxtasis). En cuanto a Bony, Tigretón o Pantera Rosa me quedo con el último. La fresa no es lo mío, pero con ese bollo hacia la excepción. Y para merendar, a parte del bocadillo de toda la vida, no faltaba el sándwich de Nocilla (y si era triple mejor).

Para el postre tocaba yogur. Las marcas principales eran Danone y Yoplait. Comprabas una u otra dependiendo de los regalos que dieran. Danone regalaba cromos de la serie de dibujos de moda del momento como David, el Gnomo o Willy Fog. Yoplait era más de regalos que venían en las tapas. A veces también juntando un número determinado de tapas regalaban cosas. Y era evidente que comprábamos estos yogures por los regalos, ya que en todas las clases había una yogurtera, con la que salían unos yogures de muerte. 

Viendo todo esto, ¿no daba la sensación de que todo el país giraba entorno a los niños? Debía ser que como había tantos...

CAPITULO 2: ENAMORADO DE LA MODA JUVENIL

Con la frase de la mítica canción de los también míticos Radio Futura, el libro habla de la moda que había en nuestra época. Todavía no había franquicias de ropa “low cost” como Zara o Primarkt, así que tocaba hacer la ropa en casa. Muchas madres sabían coser aunque sea con el Burda y si no siempre había una modista en la familia (yo creo que en todas había al menos una). Como mucho estaba la tienda de ropa de barrio, ya que lo de Galerías Preciados o El Corte Inglés quedaba para las grandes ocasiones.

Eso sí la ropa duraba años y años, prácticamente hasta que dabas el estirón, ya que las madres, muy apañadas ellas, remendaban los jerséis y pantalones con coderas y rodilleras o dejaban un buen bajo en faldas y pantalones. Y, por supuesto, heredábamos la ropa entre los hermanos o incluso entre los primos. Porque al fin y al cabo, la moda de los niños nunca pasa de moda ¿no?

Pero sí hablamos de moda de la E.G.B hay que hacerlo de la moda de los 80 (término que se empezó a usar nada más empezar esa recordada década). Era de todo menos sencilla y parecía que estaba de moda ir como un hortera: pelos a lo pincho, calentadores, guardapolvos y, por supuesto, hombreras. Dicen que todas las modas vuelven, pero esta tiene pinta de que va a quedar como un eterno disfraz de carnaval. 

Tampoco hay que olvidar la moda acid con esos colores fosforitos y esas “smiley” que nos sonreían por todas partes. 
 je, je, je... esa es mi foto. Son unas chapitas que todavía tengo guardadas. 

Hacia finales de los 80 surgió la moda (o fiebre) de las marcas. Todas las prendas que llevábamos puestas tenían que ser de marca (pero de la auténtica). Eso sí, nadie era pijo y siempre el pijo era el otro. Pero visto ahora, ¿no creéis que todos lo eramos? 


CAPITULO 3: ¡AL RECREO!

De la generación de la E.G.B se dice que es la última generación que jugó en la calle por lo que conocimos juegos tradicionales como el pañuelo o la gallinita ciega. Recuerdo que en mi barrio de vez en cuando y sin saber por qué, se ponían de moda la peonza o el yo-yo y toda la calle se llenaba de estos juegos que tanto valían para niños como para niñas. Pero también había juegos para ellos como las chapas o las canicas. Nosotras teníamos la goma o la comba. Si queríamos jugar todos juntos, teníamos el rescate o el churro, media-manga o mango-entera (o mangotero) que tantas columnas destrozó. Y para echar a suertes alguna parte de los juegos, lo decidíamos con “piedra, papel o tijera”. También estaba el escondite y quién se escondía el último y el otro no lo veía decía aquello de “por mi y por todos mis compañeros y por mi el primero”.

Pero en la calle no se podía estar mucho tiempo y más si hacía frío. En casa teníamos infinidad de juegos, muchos de ellos los anunciaban cuando llegaban las navidades (¿os acordáis de aquello de “Feber, juguetes para compartir”?). Muchos no los llegamos a tener en mi casa, pero si los vi en casas de otros niños como mis vecinos, compis de clase o primos carnales (que en esa época había niños hasta en la sopa). También había juegos en los campamentos que iba por el verano. Yo recuerdo jugar al ¿Quién es quién?, El Tragabolas, Conecta 4, Tres en Raya o El Ahorcado (estos 2 últimos se podían hacer con un papel y un lápiz, pero si eran imantados los podías utilizar en viajes de esos interminables de los que luego hablaré). Al Monopoly nunca llegué jugar y los Juegos Reunidos los tenían mis primos y traían hasta una ruleta de casino. Y, por supuesto, cubiletes, dados, cartones para el parchís, la oca o las damas... Vamos, una ludoteca en una caja. Había hasta juegos que salían de programas de TV como el de La Botílde del 1, 2, 3... (del que luego hablaré). Y sí estabamos sólo niñas, jugábamos con muñecas como la Nancy, la Barbie o los Barriguitas, que hasta tenían sus propios juegos como la noria o una especie de Tío Vivo. Para jugar uno solo teníamos juegos de agua, que el que tenía yo era un hipopótamo que tragaba bolas. Pero si hay un juego de la E.G.B para un solo jugador ese era el cubo de Rubik, que nunca logré acabar. Eso sí, ¿alguien jugó alguna vez al Simón, aquel juego que había que seguir una sucesión de luces? Porque yo cada vez que lo veía en una casa, lo tenían apartado en un cajón y no le hacían mucho caso.

 
Y si dicen que que fue la última generación que jugó en la calle, también se dice que fue la primera que jugó con vídeo-juegos. Los primeros que llegaron eran maquinitas, al principio de una pantalla y luego de 2 (que eran el no va más). La primera que tuve fue roja y recuerdo que el juego consistía en que una niña (que ahora sería un avatar) tenía que coger una hamburguesa y llevarla a una casa. Había muchos niveles y recuerdo que salía una musiquita bastante insoportable. Hasta me lloraban los ojos de tanto querer batir récords y yo creo que ahí empezó mi miopía. 

Aquella maquinita pasó a mejor vida, pero el otro día buscando el el baúl de los recuerdos, encontré la de 2 pantallas. Era de Nintendo y no sé si había que construir unas vallas. Os dejo la foto 


CAPITULO 4: APARTA QUE NO VEO LA TELE

Los de mi generación nos preguntamos a menudo cómo fue posible que nuestros padres echaran pestes de la TV diciendo que era la caja tonta o que estaba el demonio dentro, si era la única que conseguía mantenernos callados y en silencio cuando estábamos en casa. La programación duraba sólo unas horas al día, pero había un horario infantil dedicado a los niños (igualito que ahora, vamos). Todos los días a las 18:00 teníamos programas como La Cometa Blanca o Barrio Sésamo con el entrañable Espinete, aquel erizo rosa que llegaba al barrio a vivir. También había programas semanales como Dabadabadá, Sabadabadá o El Kiosko. Y por supuesto, los dibujos animados. Los sábados y domingos después de comer había dibujos como Marco, Heidi, La abeja Maya o Mazinger Z (aquel de “puños fuera”). También tuvimos de producción propia como David, El Gnomo, Dartacan o Willy Fog. Estos 2 últimos eran adaptaciones de clásicos de la literatura y todavía hay quién se pregunta por qué había que poner animales de protagonistas. Yo todavía no lo entiendo, pero me gustó, eso sí.

Fijaos hasta dónde llegaba la programación infantil que muchas veces entre programa y programa ponían unos minutos de dibujos animados como El Risitas (aquel perro que se reía a todas horas) o La Hormiga Atómica. Y no os digo nada cuando llegaba la navidad: todo era para el público infantil. Recuerdo que hubo un año que pusieron por la mañana un programa que se llamaba Mazapán y que lo presentaban Teresa Rabal y Torrebruno. A la mitad del programa ponían alguna película de dibujos animados como Mujercitas. Y lo más chocante: sólo se emitió un año y todo el mundo tuvo la sensación de que se emitió siempre.

Y por supuesto estaban Los Payasos, que eran la familia Aragón: Gaby, Miliki, Fofito y Milikito (yo al recordado Fofó no lo llegué a conocer ya que murió cuando era muy pequeña). Últimamente estaba Rody (hermano de Fofito), que hacía de mudo. Sus canciones son míticas y seguro que todo el mundo sabe la de “Susanita tiene un ratón” o la de “Hola D. Pepito, hola D. Jose”. Ahora hay que preguntarse cómo a los de esta generación nos sienta tan mal que nos llamen de Ud. cuando todas las semanas, nos preguntaban a los niños aquello de: ¿¿¿¿COMO ESTAN USTEDES??? 

Pero también había una programación no infantil que también nos gustaba. Y como hasta los 90 no llegaron las privadas, sólo había 2 canales (el segundo muy minoritario), veíamos en la tele lo que hubiera. Recuerdo series como El coche fantástico o El Equipo A (que no me gustaba nada, pero lo veía). Una que marcó fue V, aquella de los lagartos que invadían la tele y que tan mal nos lo hacían pasar (al rascarse tenían piel de lagarto). En mi clase nos molaba Fama y luego bailábamos la canción del principio a todas horas. Mi memoria empezó con Con 8 basta, aquella familia de 8 hijos donde la madre lo tenía todo hecho. Eso sí, si hay una serie emblemática por excelencia fue Verano Azul. Lo echaban los sábados por la tarde y es el día de hoy y aunque suene obsoleta y resulte algo cutre, siempre gustará a todo el mundo. Sin duda, la serie de la E.G.B. por excelencia.

Hubo series que no todos vimos en su momento, pero como hubo tantas reposiciones (sobre todo de Verano Azul) más o menos nos suenan a todos. Además, cuando llegaron las privadas, Tele 5 y Antena 3 al principio se dedicaron a sacar del archivo todas las series que pusieron en los primeros años en TVE (fijaos, tantas ganas de que empezasen y luego se dedicaron a reponer). Eso sí, hay una cosa que desapareció de la tele en 1985 y fueron LOS DOS ROMBOS, aquellos polígonos de 4 lados que ponían en una esquina de la TV cuando el contenido no era el apropiado para los niños. Un rombo: para menores de 14 años y 2 para mayores de 18 y era cuando más lo querías ver. Lo que hacen las prohibiciones...

 
También molaban los concursos, que unían frente al televisor a padres e hijos. La noche del viernes era especial, ya que emitían “Un, Dos, Tres... responda otra vez” donde salían frases que luego todos repetíamos como: “...y hasta ahí puedo leer” o “22, 22, 22”, entre otras muchas. Hoy en día serían auténticos “trendding topics”.

Otros concursos que me recuerdo fueron El precio justo que tanto le gustaba a mi abuelo, Juego de niños donde se podía ganar un gallifante; Si lo sé... no vengo con el “eternamente joven” Jordi Hurtado o Los Sabios que lo presentaba Isabel Garbi que luego fue Isabel Gemio. Pero mi preferido fue El tiempo es oro con el recientemente desaparecido Constantino Romero que también era actor de doblaje y que inmortalizó aquello de “Yo soy tu padre”. 

 
CAPITULO 5: CARNET DE VIDEO CLUB

La llegada del video supuso una alternativa a las 2 únicas cadenas de TV. Por fin podíamos grabar aquello que no podíamos ver o que nos gustaba para volverlo a ver miles de veces y también podíamos alquilar en los vídeo-clubs películas.

Hubo 3 sistemas: 2000, BETA y VHS. Beta era el mejor y se comió al 2000 (que casi no conocí a nadie que lo tuviera). Pero VHS tuvo mejor marketing que Beta y se lo comió. Yo tuve VHS y aseguro que era un sistema malo, pero cumplió su función.

Ya no había que esperar a la TV para ver una película que se nos había escapado en el cine y también podíamos descubrir un cine nuevo que prácticamente se producía para ser distribuido en los video clubs. Ahora casi no quedan, pero a partir de mediados de los 80 España se llenó de video-clubs y te daban un carnet de socio en cada uno. Normalmente, el viernes era el día de alquilar; así que si echaban algún rollo en la tele, metías una peli y ya está. 

Entre las décadas de los 70 y 80 hubo un gran cine dirigido al público infantil y juvenil. Había películas de ciencia ficción como la saga de La Guerra de las galaxias o Encuentros en la tercera fase. Otras de aventuras como Los Goonies o la trilogía de Regreso al futuro. La fantasía vendía mucho y una muy recordada fue Los Cazafantasmas. También molaban los bichitos como Los Gremlins o los Critters (que no recuerdo si la vi o no). Pero sin duda, el que arrasó fue E.T. con un extraterrestre que llegaba a la tierra porque se había perdido. Y si queríamos reírnos nada mejor que la saga de Loca academia de policías o Esta casa es una ruina. Y, por supuesto, Grease, que todos vimos 5 veces por lo menos. Aunque también eso de pasar miedo nos daba mucho morbo y para eso teníamos una amplia oferta como El Resplandor, El exorcista y todos los Viernes 13. A partir de entonces empezamos a celebrar Halloween todos los 1 de noviembre.

 

CAPITULO 6: A CLASE

Por fin un capítulo dedicado a nuestros años de colegio, ya que si fuimos a la E.G.B será porque fuimos al colegio, como no. Todos teníamos las pinturas de Alpino y un boli bic (que cogíamos con ganas después de tantos años con el lápiz). El estuche mejor que fuera de esos de 2 ó 3 pisos que tenía tantas cosas que muchas no sabías ni su finalidad. La goma de Milán y si era de nata que levante la mano quien no la probó. Pero si hay algún objeto escolar que recordaré siempre será el diccionario Iter Sopena con las banderas de todo el mundo, el esqueleto y las partes del avión. Mejor no hablar cuando tenías que buscar palabras... Y todos pasamos por las cartillas de Rubio y dio lugar a que al final casi todos escribiéramos casi igual con esas letras redondas. (¿Por cierto alguien llegó a coger el boli como decían al final?).

 Siempre me acordaré de mis primeros libros de lectura con esos dibujos que hacía Juan Ramón Sánchez, que era el dibujante de los programas infantiles de TVE. De la clase de gimnasia prefiero no hablar, aunque hay que decir que en mi colegio enseñaban hasta bailes regionales. Y aunque siempre fui muy chapucera, molaban las clases de manualidades (luego llamadas Pretecnología) ya que eran los viernes por la tarde y aquello ya era un recreo más que nada. Tuve que bordar varías mantelerias para el día de la madre, que luego nunca llegaban a estar hechas para ese día. Y como mi padre no fumó durante muchas temporadas, nunca le hice el cenicero de arcilla (con lo fácil que era, por otra parte). 


CAPITULO 7: EN EL AUTO DE PAPA.

“En el auto de papá nos iremos a pasear...” decían los payasos en una canción. Esta parte es la que más recordamos los de mi generación, pero no para decir aquello de “cualquier tiempo pasado nos parece mejor”. España era un país en vías de desarrollo, así que todavía no había tantas autopistas y cuando tocaba viajar, había que hacerlo por carreteras secundarias. Si a eso añadimos que los niños no teníamos sillas para nosotros y que atrás ni cinturón de seguridad había, os podréis imaginar lo que era viajar en esa época (y más con calor y sin aire acondicionado). Ahora nos damos cuenta que fuimos unos supervivientes, la verdad.

Para amenizar aquellos viajes, escuchábamos cintas que compramos en las gasolineras o bares de carretera. Ya sabéis, Los Chunguitos, Los Chichos y los chistes de Eugenio. Y si no, estaba la radio que siempre se estropeaba al llegar a un puerto de montaña. Pero si la biodramina que tomabas para el mareo, no tenía cafeína tocaba dormir y dormir... En este sentido, nostalgia yo no tengo, pero si me lo tomo con humor y pienso que afortunadamente, España cambió para bien en este sentido. Aunque muchas autopistas sean de peaje, claro.


CAPITULO 8: TOPICOS (¿A QUE TU TAMBIEN LO HACIAS?)

Nuestra infancia estuvo muy poco diversificada y prácticamente hacíamos todos los mismos, ya que no había tantos canales de TV y la oferta en todos los sentidos era muy limitada. Por eso, todos más o menos tenemos los mismos recuerdos y decíamos las mismas frases. Algunos de estos tópicos son:

  • Contestar “Digamelón” o “Hola Rafaela” cuando coges el teléfono.

  • Tuviste un teléfono de disco en casa (mejor que no marcar un número que tuviera muchos ceros...).

  • Cruzar los dedos cuando se quiere tener suerte.

  • Tenías en los sillones tapetes de ganchillo

  • Tu mueble tenía un un mueble bar

  • Encima del televisor había un toro o algún adorno.

  • En las librerías tenías libros del Círculo de Lectores o Discolibro.





CAPITULO 9: SI PASAS POR EL QUIOSCO, TRAEME...:

Ahora quedan pocos kioskos, pero durante aquellos años en todos los barrios había por lo menos una caseta donde se vendían las chuches y los periódicos. En el norte, por el clima, casi siempre los kioskos eran como tiendas que estaban en locales. Normalmente, con la paga de los domingos, aparte de las chuches, comprábamos alguna lectura. Yo era asidua a la revista Zipi y Zape que aparte de una historieta de los famosos gemelos, había historietas de Roquita y de La panda; así como pasatiempos y una sección para cartearnos entre los niños. Para las ocasiones especiales, caía algún Don Miki o algún libro de la colección Barco de Vapor. También me encantaban los libros de elige tu propia aventura, de esos que elegías tu la historia y hasta podías acabar convertido en mosca.

Y como siempre me gustaron las revistas, me encantaba la revista Jana que recuerdo que con el primer número regalaron un anillo. Había varías historietas protagonizadas por chicas; algunas continuaban y otras no. Hace poco vi en e-bay una oferta de una chica que las vendía casi todas y estuve apunto de picar. También estaban las revistas del corazón, que a falta de programas como Sálvame se convertían en auténticos folletines con escándalos de cuernos o con las memorias semanales de Lola Flores. Todo el mundo recuerda las portadas del Pronto que parecían trending topics del twitter.


Otras revistas que gustaron mucho fueron las televisivas. La más mítica siempre será la TP, pero hacía mediados de los 80 salieron muchas al mercado. La más recordada fue el Tele Indiscreta que regalaba posters, pegatinas y carpetas de las series que más nos gustaban. Otras fueron Clan TV o TV plus (que sólo costaba “25 canillas que dice mi abuela” como rezaba el anuncio). Y para cuando empezábamos la adolescencia teníamos el Super Pop donde salían los ídolos del momento. Cuando me tocó a mí, era exagerado todos los que había y las portadas no sabían donde meter tanto titular. Que yo recuerde, de cantantes nacionales estaban los Hombres G, aunque también se dejaban caer Mecano y Duncan Dhu. De extranjeros, arrasaban Bon Jovi, Modern Talking o Europe. Y en canto a actores estaban, entre otros, Tom Cruise, Rob Lowe, Patrick Sawyze, Ralph Macchio ó Michael J. Fox. Salía un jueves y otro no y regalaban cosas como carpetas, pegatinas, pósters y hasta cintas (yo creo que la que tenía por una cara el Voyage, Voyage y la de Carrie de Europe por la otra la tuvo media España). Y si no querías gastar tanto dinero, estaba el Vale, que el principio era un tanto “guarrilla” con esas portadas... Luego se recicló en el Nuevo Vale y era más fina. Por tan sólo 50 ptas. tenías hasta un relato de amor que siempre leía...



CAPITULO 10: DE DOBLE PLETINA:

Pero si hay un objeto de referencia de la Generación E.G.B. ese es la cinta de cassette. Podías comprar una cinta virgen y grabar canciones de la radio (o sino de otra cinta original en un radio cassette de doble pletina). Había hasta emisoras que te ponían la canción entera y sin interrupciones para que la gente pudiese grabarla, ya que en Los 40 principales o dabas al Pause o si no tenías la canción con el locutor hablando). Las había normales, de cromo o de metal, pero a mí todas las grabaciones me sonaban igual. Si querías conservar la grabación y que no se borrara accidentalmente, le quitabas la pestaña y listo. Eso sí, si querías que volviera a ser virgen tapabas con celo el agujero y otra vez podías grabar (hay quien lo hacia con cintas originales que no le gustaban. Un reciclaje en toda regla, vamos). 


Y si algo inolvidable tuvo esta generación fue la música, ya que fue una época irrepetible con cantantes para todas los gustos y edades. Para los más pequeños estaba el mítico grupo Parchís y sus rivales aunque colegas de compañía discográfica Regaliz. Otros que arrasaron fueron Enrique y Ana y parece ser que cuando se separaron fue un dramón nacional. También estaban Teresa Rabal, Torrebruno o Nins (unos pijis que cuando crecían desaparecían y venían otros). Y, por supuesto, Los payasos de la tele con la gallina Turuleca y no Turuleta como casi todos decíamos.


A mediados de los 70 llegó el fenómeno fan, con idolos musicales que salían en el mencionado Super Pop. Empezaron Los Pecos, Miguel Bosé, Pedro Marín, Ivan (que vivía en mi barrio) o Gonzalo (que salió en Verano Azul). Luego llegaron Spandau Ballet y Duran Duran, pero me pillaron algo pequeña. Yo fui ya de la época de Hombres G, George Michael, Rick Astley, Glenn Madeiros (que anda cantando por hoteles de Haway) o Modern Talking (que eran un poco Milli Vanilli también). Los New Kids on the Block me pasaron con más pena que gloria y con los Take That y los Backstreet Boys ya estaba algo crecidita. Eso sí, me encanta Robbie Williams. Lo que es verdad, que la mayoría de los cantantes que arrasaron, duraron a penas 1 año y la mayoría fueron cantantes de un sólo éxito y de los que nunca más se supo.


CONCLUSION:

Yo fui a E.G.B. aparte de hacer un respaso a cómo fue la infancia y la juventud de los que estudiamos E.G.B es un resumen de la España de aquella época. De la España donde casi no había autopistas y donde a los niños nos mandaban a la cama cuando echaban una peli de Alfredo Landa porque ponían los 2 rombos. Y que sin embargo, podías comprar en los kioskos cigarrillos de chocolate para emular a tu padre fumando. Es un libro para decir eso de “cómo hemos cambiando” o “qué tiempos aquellos”... En algunas cosas salimos ganando, en otras sientes pena y nostalgia, qué remedio. Ya podía TVE poner programas infantiles por la tarde y no un programa donde la gente pide dinero porque no tiene para comer. Por lo demás, decir que el libro se me ha hecho corto y me he quedado con ganas de más. Ya se habla de una segunda parte debido al éxito obtenido. Espero que sea verdad.











 




30 comentarios:

  1. Ooohhh... yo lo quiero! Le tengo unas ganas locas y es que a mi esto de recordar mis años mozos me encanta! Sí o sí me haré con él... como sea!!! Jeje! Besotes

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    1. Voy a hacer un sorteo de un ejemplar, así que atenta.

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  2. ¡¡¡Madre mía!!! ¡¡Qué nostalgia me ha entrado!! ¡¡Quiero este libro!!
    Besos

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  3. Gracias por la reseña, Leira. Madre mía, casi escribes tú la segunda parte del libro. Un abrazo.

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    1. Jejeje eso mismo le iba a decir yo! jejeje.

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    2. Gracias por leerla. Si hago otra reseña de la segunda part, esto se convierte en Cuéntame jajaja...

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  4. Se lo he regalado a mi cuñado por Reyes y ha triunfado!!
    Besos

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  5. Un libro estupendoooooo. Lo disfruté muchísimo. A ver si se animan con la segunda parte. Besos.

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  6. Qué recuerdos! a mí este libro también me gustó mucho
    Besos

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  7. ¡Madre mía cómo te has currado esta reseña! Se nota que has disfrutado del libro, de la reseña y del tema en sí.
    A mí ya sabes que también me gustó mucho.
    No es un libro para leer; es un libro para tener en casa y cogerlo de vez en cuando. No es el típico que se lee una sola vez y se queda en la estantería cogiendo polvo
    Y, sí, datos verídicos: a veces había más de 40 personas en clase. yo, que mi apellido empieza por V, doy fe: era siempre la cuartentaytantos. 45 llegué a ser!
    Besos

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    1. El mío empieza por M y en mi clase eramos de la G a la P. Yo llegué a ser la 42. Eramos muchos y al no haber tantos colegios públicos, los que había tenían que cojer a mucha gente y había "overbooking". Besos!

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  8. A este le tengo muchas ganas =)
    Generación EGB, que es del mismo rollo, me encantó, así que a ver si me hago con este!

    Besotes

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  9. Cuántos buenos recuerdos me ha despertado ya tu entrada! Quiero este libro!
    Besotes!!!

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  10. Yo tambien fui a E.G.B . Menuda reseña!!Acabaré comprando este libro seguro

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  11. Seguro que es divertidísimo¡¡¡ Porque yo también fui a EGB¡¡¡¡¡ jajajaj
    En serio la verdad es que me siento totalmente identificada y me encantaría leerlo.¡¡¡

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  12. Siempre me ha encantado tener este libro, porque yo fui a EGB y porque me trae muchísimos recuerdos

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  13. Aish qué ganas de leerlo. Muy buena reseña.

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  14. ¡Pedazo de reseña! La verdad es que cada vez que lo veo en la librería estoy tentado de comprarlo. Cualquier día cae. Yo fui a EGB, Si me pongo a recordar aquellos años, fueron los mejores de mi vida, sin preocupaciones ni nada. No llegamos a la leche en polvo como cantaba Asfalto en su "Días de escuela". La nuestra era en botellín de vidrio y un sabor espantoso. En mi casa todavía hay un banderín con mi foto de principio de curso con cara de tonto y el lápiz en la mano...

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  15. Tiene de estar muy chulo este libro =) no había leído reseñas de el la verdad ^^

    Besitos

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  16. Vaya reseña más completa te has marcado! Yo no viví EGB en su plenitud sino ya los últimos años, pero sí que varias cosas de las que se comentan las experimenté en primera persona. El libro está muy currado, la verdad es que no me esperaba que fuera así por dentro. 1beso!

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  17. Una reseña supercurrada! Qué bonitos recuerdos me trae este libro, me encantaría leerlo y volver por unas horas a la infancia, qué bien lo pasamos.
    Besos

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  18. Un libro que bien podría ser una mini enciclopedia de nuestra vida infantil

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  19. La verdad que no sabía nada de este libro, pero fijo que me hacer recordar grandes momentos de mi niñez. Muy bien ilustrado no le falta detalle. Gracias y besos.

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  20. Tiene que ser genial!! Nací en el 83 y mi promoción fue la última en hacer 8º de EGB, así que la despedí por todo lo alto, en aquel momento no lo valoras pero realmente fue una época divertida, y este libro (tu reseña) ha vuelto a recordarme todo aquello. Sin duda participo en tu sorteo, y si no toca, caerá en mis manos igualmente :p

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  21. Tiene muy buena pinta, y le recomiendan en un montón de sitios así que habrá que leerle :)

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  22. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  23. Bueno, a ver si desde el ordenador puedo escribir un comentario, desde mi móvil casi imposible. Me ha gustado mucho la reseña porque es muy completa y me hace querer leer el libro. Besos!!

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  24. ¡Pedazo de reseña!. Se nota que te ha gustado el libro y te lo has currado. Ahora sí que tengo ganas de echarle el guante al libro, viéndolo por dentro y especificado capítulo a capítulo. Aunque quizá no sea un libro que se lea de tirón, de verdad me han entrado más ganas de conseguirlo. Besos.

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