Título: Adiós, princesa
Autor: David Rocasolano
Editorial: Foca
Nº de Páginas: 300
ISBN: 978-8496797611
Este es un libro polémico, tanto es
así que según leo en lugares como El Corte Inglés y La Casa del
Libro, prefieren esconderlo y decir que lo tienen agotado. Ellos lo
niegan, pero es cierto que sacar los trapos sucios de la Princesa de
Asturias puede molestar a más de uno.
Y ahora que la monarquía no se
encuentra en su mejor momento tras el “urdangarazo” y la afición
del monarca a cazar paquidermos, sólo quedaba que un primo de
Letizia se dedicara a contar por escrito todo aquello que no se puede
saber ya no sólo de su parienta si no de toda la Familia Real en
general.
Como ya os comentaba, no puede evitar
caer en la tentación de leer qué es aquello que oculta la antigua
periodista y qué si es cierto que su familia política es algo así
como los Monster de la aristocracia. Y una vez finalizado, tengo que
reconocer que me alegro de haberlo leído y que el libro me ha
gustado. No vi que el primo en cuestión se dedicara a despellejar a
este y al otro, sino simplemente contar cómo la Leti se fue alejando
poco a poco de su anterior familia para hacerse una más dentro de la
que ahora es su familia real (en el amplio sentido de la palabra).
Pero vayamos por partes:
Letizia cada día cae peor a los
españoles. Resulta que ella que venía del “pueblo”, que
procedía de una familia de clase media, que había estudiado en
escuelas públicas, parecía que iba a ser eso: una
“princesa del
pueblo”, una lady di a la española, vaya (pero sin sangre azul).
Pero nada de eso. Cada día que pasa es más estirada, más distante
y con más soberbia que cuando su cuento de hadas empezó y se hizo
realidad. Por si fuera poco, ya ni su cara es la misma debido a
tantas operaciones a las que se ha sometido y que no digo que no esté
más guapa, pero yo que la vi en persona puedo dar fe de que su
imagen es artificial, ya que no puede existir una persona así en la
vida real. Da la sensación de que está todo el día delante del
espejo preguntado aquello de
“Espejo, espejito ¿quién es la más
guapa del reino?” Yo la veo como la
Victoria Beckam de las
princesas europeas con tanta pose y tan poca naturalidad. Pero al
menos la inglesa que me hizo amar el ajo tiene su gracia, ya que
nuestra princesa resulta antipática a más no poder y, sin duda, es
la peor de sus colegas europeas. Qué aprenda de
Máxima, la nueva
reina de los holandeses, que pasa de cirugías y es pura simpatía. O
de la naturalidad de
Mette-Marit de noruega, que con un pasado
bastante turbio, ha sabido ganarse el cariño de sus compatriotas.
Todas destacan y se están ganando a sus pueblos, incluida la
reciente
Kate Middleton, que sólo con su sonrisa ya es una de las 10
personas más influyentes del mundo.
Por este motivo, ya hasta ni sorprende
este tipo de libros. Y sí, hay mucho oportunista que se dedica a
publicar libros dedicados a sus tacones para vender y vender. Muchas
veces sin fundamento en lo que cuenta. Pero en este caso, es un
familiar cercano el que le ha dedicado estas páginas. Se trata de
David Rocasolano, abogado de profesión y a quien muchas veces acudía
en su ayuda debido a que era (y es) entendido en leyes. Ambos
llegaron a ser lo que se dice íntimos amigos, ya que ambos nacieron
el mismo año (1972) y hasta acudía invitado junto con otros
familiares a cenas en el Palacio de la Zarzuela. Cenas que tenían
que compartir con los parientes del Príncipe y que se convertían en
veladas soporíferas con tanto pijerio por metro cuadrado y donde
sólo se hablaba de las gracias de sus vástagos y de viajes a no sé
dónde para cazar lobos. Como hacemos la mayoría de los mortales,
vamos. Pero ya sabéis, que ellos son personas normales y que sus
bodas son sencillas, cuando se casan en el altar mayor de la catedral
de Sevilla, les da la bendición el Arzobispo de no sé dónde y
acuden reyes y príncipes al enlace. Sin olvidar, un coro rociero y
el Orfeón Donostiarra. Una boda al uso, no olvidéis.
El de la flecha es David Rocasolano. Fue el día de la pedida de mano, donde si os fijáis muchos no salen en la foto o se cayeron de ella.
Pero tampoco pretendo contar todos los
pormenores del libro, que no quiero estropear la lectura a nadie. Que
las reseñas no son una sucesión de spoilers, por muy “reales”
que sean.
David Rocasolano lo que quiere dejar
claro es como una familia “normal” se vio envuelta de la noche a
la mañana en una boda que les llevó a meterse en un mundo al que no
pertenecían. Como el mismo dice: un choque entre un tren expreso y
un carromato de gitanos. Y a cualquiera nos puede pasar, porque
imaginaos por un momento que un hermano, primo o sobrino vuestro
contrae matrimonio con un heredero a la Corona y que empieza a
“codearse” con la “créme de la créme” de la sociedad. Lo
que en principio pudo parecer un “braguetazo” en toda regla, no
fue más que un encontronazo contra la pared. Al principio había
confusión y hasta diversión si cabe con tanto protocolo y tanta
apariencia. Luego, vino la asimilación y sí, muchos sacaron partido
al asunto. Pero poco a poco, aquello se desinfló hasta límites
insospechados: la hermana pequeña se quitó del medio, la mediana,
que en principio estaba encantada en ese mundo, plantó cara y no
quiso saber nada del asunto (opino que metió la pata con esa
estúpida demanda a la prensa, pero quizá se volvió loca viendo lo
que hizo su otra hermana). Y David Rocasolano fue victima de la
mentira por parte de la prensa, que le supuso su ostracismo y su
hundimiento profesional (y personal también).
Según cuenta no fueron los Borbones
los causantes del alejamiento, si no la propia Letizia. Poco a poco
fue cambiándose de camisa y sí antes era atea, ahora va todos los
domingos a misa, hace la reverencia al Papa y es antiabortista
declarada (cuando ya no es una leyenda urbana que se provocó un
aborto un año antes de su boda). Si antes odiaba la hipocresía, la
frivolidad y el ocio constante de los pijos, ahora les ríe las
gracias y hasta habla como ellos. Y lo más importante: si antes era
republicana ahora es monárquica convencida. Fijaos que el funeral de
su hermana quiso que fuera intimo. Y la intimidad consistió en que
hubiera muchos más Borbones que “Ortices-Rocasolanos” que eran
los que la conocían realmente (referido a la realidad y no a la
“realeza”, que dijo José Luis Sampedro).
Letizia es la peor parada en este libro
como también lo es el Rey, que al parecer no es tan campechano como
nos quieren hacer ver. De los demás, no habla mal de ninguno,
incluido Urdangarín, a quien define como un chico agradable y que,
en su opinión, no fue más que una víctima de esa Familia. Esta
parte fue la que más me sorprendió del libro, ya que en pleno
linchamiento popular al duque “empalmado”, David entiende qué es
lo que le pudo llevar a tanta avaricia.
Pero no sólo habla de su relación con
la gente de Palacio, si no con otros grandes enemigos: la prensa. Una
prensa que se dedicó a inventarse lo que no sabía y a maquillar la
biografías de todos los Ortiz-Rocasolano: con una abuela periodista
muy conocida en Oviedo (sé de buena tinta que no la conocía nadie),
una hermana que sabe 4 idiomas (ó 5 según la publicación) o un
cuñado escultor (que no había vendido una escultura hasta antes de
la boda y que ni si quiera estaba casado con su hermana). Una prensa
que acosó y derribó hasta limites insospechados a una gente que no
habían hecho nada (simplemente, ser pariente de una princesa plebeya
que sólo tenía una hipoteca con el banco).
IMPRESIONES:
Hasta esta boda no había sido ni
monárquica ni republicana si no todo lo contrario. Tampoco eran una
familia muy conocida, dado su hermetismo y su poca transparencia. Yo,
que nací un poco antes que esta absurda monarquía que nos metió
quien todos sabemos, veía a esta Familia como quien ve a Los Simpson
o a la Familia Telerín, es decir, por la tele. Recuerdo que cuando
acababa la emisión de la TV, con aquello que denominaban “despedida
y cierre”, tocaban el himno nacional mientras salían sus
majestades con sus pequeños rubios y con pinta de extranjeros (¡qué
monos! -decíamos todos-). Tampoco conozco a nadie (hasta ahora) que
se había tratado con ellos de tú a tú. Todos sabemos que no van
precisamente a colegios públicos y que sus “amigos” son
escogidos (los entrecomillo porque es sabido que sentido de la
amistad tienen). Por eso considero que esta familia para muchos de
nosotros no es más que una realidad televisiva, a la que muchas
veces sólo podemos saludar de lejos en un desfile (y gracias). Y,
que, si los conocemos nos pueden decepcionar. ¿Os acordáis de esa
pareja de novios que se escaparon de casa para conocer el mar y
cuando los encontraron dijeron que en la tele parecía más grande?
Pues eso, que mejor sólo verlos por la tele. Que así es como empezó
el príncipe viendo a Letizia, que mejor pensar que son sólo eso:
personajes televisivos. Poco “real”, vaya.
CONCLUSIONES:
Pienso que lo que cuenta este chico en
este libro es todo “real”, aunque me niego a pensar que los
Ortiz-Rocasolano en su casa de Rivas sólo comían acelgas. Por lo
demás, tampoco vi ninguna historia rocambolesca ni creo que pueda
ser mentira lo que cuenta. No hay más que ver a la Leti, lo que
cambió desde su pedida. Y que a más de uno borró del mapa. O se
borró sola, como Érica. Por lo demás, os recomiendo el libro.
Sobre todo, si os va algo la farándula y los cotilleos de palacio.
Se lee rápido y te hace pasar un buen rato. A tener en cuenta.
P.D.: Sólo vi que Amazón lo tenía
catalogado, las demás librerías parece que lo ignoran.