Título: Morder la manzana
Autor: Leticia Dolera
Editorial: Planeta
Año de Publicación: 2018
Número de Páginas: 286
ISBN: 978-8408182627
SINOPSIS:
Es este uno de esos libros esenciales que nacen de la necesidad y de la
urgencia. Porque Leticia Dolera necesita contar por qué es feminista y
por qué todas deberíamos serlo. Un camino vital en el que se ha
encontrado con personas inspiradoras, lecturas reveladoras, anécdotas
—de las buenas, de las malas y de las peores— vividas muy de cerca o en
primera persona.
Este libro es también la historia de mujeres valientes que marcaron el camino y cuyo ejemplo nos ayuda a despertar nuestras conciencias y también a enseñar a las más jóvenes.
Empezando por Eva, la primera que mordió la manzana, esta es una historia sobre todas las mujeres. Porque Leticia Dolera nos invita a abrazar una causa, que es la de todas las personas que soñamos con una sociedad justa.
Por mucho que nos hayan repetido que Eva pecó al morder la manzana, nosotras sabemos que aquello fue precisamente lo que la hizo sabia. Entonces ¿qué?, ¿te apetece una? Una obra de empoderamiento feminista para todas las edades.
La revolución será feminista o no será.
LETICIA DOLERA, LA AUTORA:
Leticia Dolera es actriz y directora de cine. Ha trabajado en series de TV como Al salir de clase, Los Serrano, Hospital Central o El barco, y en películas como El otro lado de la cama, Spanish movie, REC 3, Kamikaze o La novia. En 2015 escribió, dirigió y protagonizó su primera película, Requisitos para ser una persona normal,
que ganó los premios al mejor guion novel, fotografía y montaje en el
Festival de Málaga y fue finalista de tres Goyas: mejor dirección novel,
mejor montaje y mejor actor revelación. Fiel a sus convicciones
feministas, en agosto de 2017 protagonizó la campaña «No es no» del
Ayuntamiento de Madrid contra las violencias machistas.
IMPRESIONES:
Últimamente las librerías están llenas de libros con
temática feminista. Yo lo llamo, cariñosamente, “la sección femenina”. Y luego
os explicaré porque aclaro lo de “cariñosamente” pero ya os aviso que la
“sección femenina” no era, precisamente, una sección feminista que defendía el
cumplimiento de los derechos de la mujer (para ellas, más bien, estos derechos
eran otros muy diferentes).
Y como una es mujer y ha vivido en sus propias carnes la
discriminación por este hecho, me decidí a llevarme alguno para casa. Tardé un
poco en decantarme por uno (como suele ocurrir cuando tengo un amplio abanico
de posibilidades) pero al final elegí éste de Leticia Dolera ya que me gustó en
la primera ojeada que le eché y porque es una actriz que conozco desde hace
tiempo, así que qué mejor que conocer a la autora para poder empatizar mejor
con lo que cuenta.
Como muchos sabréis (y como cuento en la reseña) Leticia
Dolera se dio a conocer en la serie de Telecinco, Al salir de clase, que fue la
primera cantera de actores (y actrices) de España. Una especie de Sensación de
vivir a la española que giraba en torno a unos jóvenes que iban al instituto,
se enamoraban, se peleaban… No fui muy asidua a ella pero de ahí salieron,
entre otros, gente como Hugo Silva, Alejo Sauras, Lucia Jiménez o Pilar López
de Ayala. A Leticia Dolera, además, la conocía porque solía intervenir en un
programa de radio que escuchaba hace años. No recuerdo muy bien ya estas intervenciones
pero nada hacía presagiar, creo, que con el tiempo se iba a convertir en
abanderada de la causa feminista y son ya muy famosas sus reivindicaciones a
través de las redes sociales y de otros medios. Tanto es así, que hasta se
decidió a escribir un libro llamado Morder la manzana (al final, os aviso,
entendemos el porqué de este título).
El libro consta de 46 capítulos de corta duración y a través
de ellos la autora nos va dando su punto de vista de lo que es el feminismo y
de la importancia que tiene su constante reivindicación. Empieza contando una
breve historia con un final inesperado (al menos para mí). Todo ambientado en
algo tan común como un grupo de amigas contándose sus cosas (o sus “mierdas”
como decía una novela de Elisabet Benavent).
A continuación ya entra en materia y nos habla del término
feminismo que parece ser que la RAE ya
tiene actualizado respecto al que aparece en el libro. Ahora puede constar de 2
definiciones:
Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre.
Movimiento que lucha por la realización efectiva en todos
los órdenes del feminismo.
De los 2 me quedo con la segunda acepción, sin
duda. Creo que se define mejor el feminismo actual, donde lo que se promueve es
la realización plena (y real) del feminismo. O lo que es lo mismo: que se
alcance la igualdad real de los 2 géneros. Que no sólo vale con aprobar
derechos sino cumplirlos (algo que muchas veces se logra como podemos
comprobar).
Pero para llegar a esta situación actual, la mujer (no siempre
acompañada por el hombre) ha tenido que atravesar un largo y arduo camino con
muchos avances pero también con muchos retrocesos. Veremos el concepto que tenían
de las mujeres filósofos como Platón o Aristóteles, por lo que el feminismo
empieza reivindicando que la mujer era también una persona o no un mero
instrumento de placer para satisfacer al hombre y dedicarse a la crianza de los
hijos.
Porque ahora tenemos mucho logrado y no valoramos lo que
tenemos y creemos que es algo tan “normal” pero hasta hace nada la mujer no
tenía derechos hoy en día tan básicos como el del acceso a la educación, votar
o abrir una cuenta bancaria sin la firma del marido. Y eso, amigas, es muy
importante: no olvidar que no siempre fue así. Y lo que es peor: todavía hay
sociedades en los que estos derechos no están reconocidos.
Otra cosa de los que nos habla la autora es de los
micromachismos presentes en nuestra sociedad, que tenemos asimilados como algo
natural y en realidad lo que hace es fomentar la desigualdad sin darnos cuenta
como el hecho de que a una conocida famosa siempre se le pregunte por su vida
privada (¡Hola Pablo Motos!) y a un hombre que se dedique a lo mismo ni se le
mencione este hecho ¿Os imagináis una entrevista a un político, deportista o lo
que sea preguntándole por sus hijos, su canguro o sus ganas de formas una familia?.
Desgraciadamente cuando es una mujer estas preguntas siempre caen y no pocas
veces los titulares son del tipo “guapa tenista que no tiene novio todavía”
cuando se trata de una deportista que acaba de ganar el Ronald Garros.
Otro micromachismo también es llamarte señora si estás
casada o si no eres “señorita” como si el hecho de pasar por la vicaria te
otorgue este tratamiento. Ni que decir tiene que el hombre es señor desde el
minuto 0 sin necesidad de unirse a una mujer.
Y hay uno que ya había escuchado hace tiempo y que todavía
no lo veo claro debido a que está tan metido en nuestra cultura que me cuesta
detectarlo: la costumbre de que un hombre te deje pasar primero por el hecho de
ser mujer. De esta norma no escrita se podría hablar largo y tendido, pero lo
que es cierto que si un hombre te deja pasar primero sólo porque eres mujer,
está claro que está demostrando que lo hace por protección hacia el sexo contrario
a él: que es el débil. No quiere decir que lo haga con mala intención sino todo
lo contrario pero inconscientemente está favoreciendo el machismo y la superioridad
del varón. No digo que no se tenga que ceder el paso, abrir una puerta o
invitar a alguien a algo (actos que son de buena educación, todo sea dicho de
paso) pero que no lo haga un hombre a una mujer sólo por serlo. Que también lo
pueden hacer 2 mujeres entre sí o una mujer a un hombre, sin pasar nada por
ello.
En el libro también la autora cuenta sus experiencias
personales donde fue victima del machismo puro y duro. Bien es conocido que un
día un director le tocó un pecho delante de todo el mundo y se quedó tan ancho
(lo ha contado recientemente en una entrevista). También nos relata lo que
supone que una actriz tenga 30 años cumplidos (¡mirad qué pecado!). Pero, ojo,
pero no le ocurrió en España, si no nada menos en Estados Unidos. Y lo peor de
todo: ¡fue entrevistada por mujeres! A los 30 una actriz en la meca del cine
tiene que haber hecho un papel dramático, al menos. Si no lo ha logrado, que se
olvide de triunfar. Y, otra vez, el machismo: los hombres empiezan a triunfar
pasados los 30. Lo de siempre: “son maduritos atractivos, las canas les sientan
muy bien…”. Y nosotras preocupadas por las patas de gallo…
Lo cierto que el mundo donde se mueve Leticia Dolera es uno
de los que más desigualdad (o machismo o como lo queráis llamar) se puede encontrar. También cuenta la
importancia que tiene que una actriz no tenga mucho pecho haciendo un papel de
¡abogada! o que tienen que enseñar un pecho sí o sí en una peli de terror
porque el público adolescente lo demanda.
Ya sabéis, además,
que desde el pasado año son numerosas las actrices que están empezando a contar
que tuvieron que acceder a los favores sexuales que les pedían a cambio del
éxito. En ese sentido, ya de pequeña escuchaba comentarios como “seguro que se
acostó con un productor para llegar a lo que llegó”. No me sorprendió, por
tanto, pero no tenemos que aceptarlo si no unirnos para que esto no suceda así.
Hay que conseguir que el hombre no vea a la mujer como un mero objeto sexual
sino como un ser humano igual que él. Y, para eso, hay que empezar desde la
niñez, como luego os hablaré.
El libro se nota que está muy bien documentado y en él
aparecen estadísticas acerca de los pocos altos cargos ocupados por mujeres o
el número de mujeres maltratadas a manos de sus parejas (y un dato: es un
ínfimo el porcentaje de denuncias falsas. Ahí lo dejo).
Una cosa que me ha quedado clara al leer Morder la manzana
es que no hay que dormirse en los laureles con el feminismo. Según vamos
leyendo nos damos cuenta de que muchas veces se dan 2 pasos y se retrocede 1 (ó
incluso 3). Es una lucha continua que no hay que parar nunca ya que, por
ejemplo, antes de la Segunda Guerra Mundial se habían logrado muchos avances en
ese terreno y al finalizarla la mujer volvió al hogar y empezó otra vez a ser
considerada como una dama de compañía del hombre que se tenía que dedicar a
“sus labores” (es decir, al marido y sus hijos). Y yo que soy hija de esta
generación sé de lo que hablo. En mi infancia (allá por los 80) era muy
“normal” ver anuncios donde un hombre entraba en una cocina y le daba una copa
a una mujer que estaba fregando los cacharros con un lavavajillas muy conocido
y le decía “mi mujer también lo usa” (por cierto, mi madre muy avanzada ella,
detectaba ya machismo en esa época en la que ni por asomo nadie cuestionaba si
esos anuncios estaban bien o no).
Y otra cosa que os quiero contar: en mi casa (y en la de mi
tía y en la de mi abuela) había una Enciclopedia de la Mujer. Constaba de 3 volúmenes:
uno dedicado a labores como tejer, ganchillo o costura, otro a maternidad y un
tercero a cocina (que era infumable, por cierto). Y a mí, que siempre me
atrajeron los libros, me gustaba echarles una ojeada de vez en cuando. Tengo
que confesar que me divertía y hasta cierto punto me alegro de haberlos tenido
en casa. Así, ahora me doy cuenta de que estos libros es mejor que estén
descatalogados y si se quiere publicar algo relacionado con estos temas no se
haga referencia a que son “para la mujer”. Os dejo una foto que encontré en el
google y por si alguien le interesa están a la venta por 35 €.
También estaba El manual de la perfecta esposa de la Sección
Femenina, que entre otras cosas se dedicaban a dar clase a las chicas de
asignaturas como Formación del Espíritu Nacional o “labores de la mujer”. En el
libro aparece un extracto de dicho manual:
A nivel personal os digo que el tema del feminismo no me es
desconocido en absoluto. Es más, últimamente me acordé de que cuando estaba
acabando la EGB (sí, YO FUI A EGB) a finales de los 80 vino una chica a mi
colegio para hablarnos de este tema. No sé si pertenecía a alguna asociación
que promovía esta corriente pero el caso que nos convocó a todas las chicas del
ciclo para hablarnos de este tema. Primer fallo que cometió: sólo nos convocó a
nosotras, a ellos no. Nos pasó una encuesta y nos hacía preguntas acerca de
quiénes se encargaban en nuestras casas de tareas como bajar la basura, hacer
las camas, la comida o la compra… Luego nos estuvo hablando de la situación
laboral de la mujer casada y con hijos pero cambiando los roles: era un hombre
el que tomaba la píldora, paría y se quedaba con los hijos. No sé si nos puso
un supuesto acerca de qué harías si fueras una mujer con una hija y querías trabajar.
Una de las opciones era quedarte en casa. Lo cierto, que hace 30 años de aquella
iniciativa algunas cosas han cambiado y
otras no. Pero hay una que me alegra: al menos ahora en los centros educativos
cuando se habla de igualdad es para los 2 géneros, no sólo para mujeres.
También el hecho de estudiar Educación Infantil me acercó a
este movimiento. Ahí se fomentaba la igualdad utilizando el lenguaje
coeducativo o evitando que los juguetes o cuentos fueran sexistas. Lo del
lenguaje coeducativo (ya sabéis: nunca utilizar el masculino como neutro)
también aparece en el libro pero en este sentido discrepo en parte con la autora.
Estoy de acuerdo con su razonamiento, pero también hay que tener en cuenta una
cosa: es muy incómodo para el hablante estar todo el tiempo con “los niños y
las niñas, los ciudadanos y las ciudadanos” o el insufrible “vosotros y
vosotras”. Y en el lenguaje es importante abreviar. El otro día, sin ir más
lejos, estuve leyendo un folleto publicitario donde decía todo el tiempo “el
niño” y sentí que la niña estaba también incluida. Bajo mi punto de vista, no
es tan importante estar todo el tiempo con el masculino y el femenino porque
aburre hasta la saciedad. Pero claro, en estos temas nunca 2 y 2 van a ser 4 y
el lenguaje es uno de ellos. Qué suerte tienen los ingleses que no tienen
género…
En estos estudios, además, tuvimos cierta relación con las
alumnas (nunca vi a ningún alumno, por eso utilizo el femenino) del ciclo de
Promoción e Igualdad de Género (conocido cariñosamente como PIG). A muchas os
sorprenderá, pero sí, es un Ciclo de Grado Superior donde se fomenta la
igualdad de género. Algunas veces fueron por mi clase para darnos ponencias
acerca de estos temas y nos hablaban del machismo que había en los cuentos
infantiles (el príncipe valiente y la princesa sumisa o la ratita que mientras
barre la casa se quiere casar). También del hecho de que un niño (varón) no
pueda realizar libremente deportes como la Gimnasia Rítmica por miedo a sufrir
acoso en el colegio. Es decir, que la igualdad es para los 2, no sólo para
nosotras. Eso es lo que más me gustó de todo: que ellos también son victimas de
desigualdad ¿Por qué cuando fui a “mindfulness” no había casi
hombres? ¿Acaso ellos no tienen ansiedad nunca? Un amigo mío me contó que él
también siente la desigualdad ya que si busca trabajos para limpiar casas no lo
aceptan porque quieren mujeres. Recuerdo que una vez trabajé en una sección de
unos conocidos grandes almacenes donde no querían hombres. Por eso yo prefiero hablar de equidad:
Tratar a las personas diferentes en forma diferente, de acuerdo a su condición y su momento,
más que por las reglas rigurosas de la justicia o por el texto
terminante de la ley. Es la aplicación de la justicia natural por
oposición a la justicia legal o de derecho. La equidad es la luz y
complemento del Derecho, frente a la oscuridad de la norma legal o
frente a los rigores en su aplicación estricta. Significa la
realización suprema de la justicia.
Y os digo que en mis estudios descubrí una literatura
alejada de la tradicional maravillosa donde no se habla de princesitas o héroes
con espada (otra cosa es que luego los peques la conozcan por otros medios y la
demanden). Pero también os diré una cosa: en esos estudios que realicé detecté
el machismo de forma alarmante, ya que
mientras yo sufrí un machaque continuo en mis prácticas (no digo que no
lo mereciera pero aquello fue demasiado) tuve que aguantar que a los pocos
chicos que había les rieran todas las gracias y hasta tuve que escuchar que
“están locos con vosotros, si hacéis algo mal no lo cuentan”. Y lo peor: ¡las
que lo decían eran mujeres! Y encima mujeres que fomentan la igualdad. Por eso
siempre digo que el verdadero machismo, al menos yo, lo encontré por parte de
la mujer. Y no sólo aquella vez, si no en otros trabajos que tuve y comprobé
como una mujer no valoraba igual el trabajo de un hombre que el de una mujer.
CONCLUSION:
Es un libro que recomiendo para que veas como el machismo
está más presente en la sociedad de lo que creemos. La autora, evidentemente,
se centra en el sector que más conoce: el del cine pero si nos ponemos todas a
hablar podemos contar mil y una historias. Pero una cosa muy importante: no nos
debemos rendir nunca y tirar la toalla pensando que “por mucho que nos
empeñemos, nunca vamos a lograr la igualdad”. Eso nunca, ya que si hubiera sido
así, sí las mujeres de la antigüedad hubieran pensado lo mismo seguiríamos
ancladas en el pasado. Así que tenemos que seguir en la lucha, cada una
aportando lo que pueda educando en la igualdad y no consistiendo nunca (pero
nunca, nunca) que un hombre nos pise nuestro terreno y nos vea como algo
inferior. Y, además que es igualdad (o equidad) y ellos también se van a ver
beneficiados. MUY RECOMENDABLE.
No sabía que esta actriz hubiese escrito un libro, pero me parece súper interesante la temática y todo lo que cuentas de él. Lo leeré, gracias!!!
ResponderEliminarNo me llama nada y reconozco que tengo prejuicios contra los libros escritos por famosos jajaja
ResponderEliminarBesos
Pues no sabía de este libro. Muy interesante todo lo que cuentas. Me lo apunto.
ResponderEliminarBesotes!!!
A mi me interesa leerlo porque normalmente Leticia Dolera suelta unas perlas con bastante fundamento. Te ha quedado una entrada muy completa, me ha gustado. Yo creo que es importante dar relevancia a los micromachismos, porque son aquellas cosas que te oprimen pasando desapercibido, no hacen un ruido clamoroso, pero ahí está, pinchando.
ResponderEliminarUn beso!!
Lo estuve ojeando un día en la librería de una amiga. La verdad es que lo que contaba me parecía muy interesante, sobre todo con lo de que no hay que tirar la toalla. No nos podemos dormir en los laureles.
ResponderEliminarBesitos :D