viernes, 10 de octubre de 2014

Algo muy grave va a suceder en este pueblo (Gabriel García Márquez): El despropósito en los tiempos del ébola

Antes de nada, todo mi apoyo a Teresa Romero, la auxiliar de clínica afectada por el virus del Ébola. Cuando salga publicado este post, es de esperar que siga adelante, dado que estas horas son cruciales para la evolución de su enfermedad. 

Sin duda, el tema de la pobre sanitaria que ha contraído el Ébola mientras estaba trabajando, está siendo motivo de una gran alarma social dado de que es un virus que provoca la muerte en un 90% de los casos. La pregunta principal es: ¿Por qué se repatrian a 2 enfermos cuando en España no estamos preparados para aislar un virus así? Todo el protocolo fue una chapuza y se estaban ya viendo fallos garrafales (como el copiloto de la ambulancia, que no llevaba el traje especial para estos casos). Ahora sale que a un médico dicho traje le estaba pequeño, que ni si quiera ese traje era el adecuado... Vamos, blanco y en botella. Pero no, la culpable es ella y sólo ella, que no supo utilizar el mono de trabajo, que se fue a la peluquería, que no contaba que estuvo con ese enfermo... Sí, la culpa es de ella, por vivir en este país de políticos incompetentes e irresponsables. 

El tema me ha tocado muy de cerca, ya que la víctima vive en el que fue el barrio de mi infancia y estoy siguiendo casi a tiempo real cómo sus vecinos se encuentran entre la incertidumbre y la indignación. No está claro ni si quiera cómo se contagia dicho virus, además ¿si es tan difícil el contagio porque todos los que se acerquen a las víctimas tienen que ir vestidos casi como astronautas? 

Este caso me ha recordado a la genial novela de José Saramago, Ensayo sobre la ceguera, donde una extraña epidemia va dejando ciegos a todos los habitantes de una sociedad de la que no sabemos el nombre ni dónde se encuentra exactamente (yo me lo imagine en Madrid, no sé vosotros). 

Y, como ocurre cuando nos encontramos ante una situación de emergencia semejante, las habladurías y los bulos, empiezan a correr como la pólvora. Y ahora con las redes sociales ni os cuento... Por eso, también se me vino a la cabeza un relato de Gabriel García Márquez titulado Algo muy grave va a suceder en este pueblo. Lo escuché un día por la radio y me gustó mucho. Espero que os guste: 

Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora vieja que tiene dos hijos, uno de 17 y una hija de 14. Está sirviéndoles el desayuno y tiene una expresión de preocupación. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde:

-No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo.
Ellos se ríen de la madre. Dicen que esos son presentimientos de vieja, cosas que pasan. El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice:
-Te apuesto un peso a que no la haces.

Todos se ríen. Él se ríe. Tira la carambola y no la hace. Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla. Contesta:

-Es cierto, pero me ha quedado la preocupación de una cosa que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a suceder a este pueblo.

Todos se ríen de él, y el que se ha ganado su peso regresa a su casa, donde está con su mamá o una nieta o en fin, cualquier pariente. Feliz con su peso, dice:

-Le gané este peso a Dámaso en la forma más sencilla porque es un tonto.

-¿Y por qué es un tonto?

-Hombre, porque no pudo hacer una carambola sencillísima estorbado con la idea de que su mamá amaneció hoy con la idea de que algo muy grave va a suceder en este pueblo.

Entonces le dice su madre:

-No te burles de los presentimientos de los viejos porque a veces salen.

La pariente lo oye y va a comprar carne. Ella le dice al carnicero:

-Véndame una libra de carne -y en el momento que se la están cortando, agrega-: Mejor véndame dos, porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado.

El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar una libra de carne, le dice:
-Lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar, y se están preparando y comprando cosas.

Entonces la vieja responde:

-Tengo varios hijos, mire, mejor deme cuatro libras.

Se lleva las cuatro libras; y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor. Llega el momento en que todo el mundo, en el pueblo, está esperando que pase algo. Se paralizan las actividades y de pronto, a las dos de la tarde, hace calor como siempre. Alguien dice:

-¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo?

-¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor!

(Tanto calor que es pueblo donde los músicos tenían instrumentos remendados con brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban al sol se les caían a pedazos.)

-Sin embargo -dice uno-, a esta hora nunca ha hecho tanto calor.

-Pero a las dos de la tarde es cuando hay más calor.

-Sí, pero no tanto calor como ahora.

Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz:

-Hay un pajarito en la plaza.

Y viene todo el mundo, espantado, a ver el pajarito.

-Pero señores, siempre ha habido pajaritos que bajan.

-Sí, pero nunca a esta hora.

Llega un momento de tal tensión para los habitantes del pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo.

-Yo sí soy muy macho -grita uno-. Yo me voy.

Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde está el pobre pueblo viéndolo. Hasta el momento en que dicen:

-Si este se atreve, pues nosotros también nos vamos.

Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo. Se llevan las cosas, los animales, todo.
Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice:

-Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa -y entonces la incendia y otros incendian también sus casas.

Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio, clamando:

-Yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me dijeron que estaba loca.

FIN

4 comentarios:

  1. Algunos con su ineficacia son los que están provocando que suceda lo que está por venir, pero claro, dirán que los culpables son otros...,
    besucus

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  2. Estoy indignadísima con todo este tema. Mi hermana es enfermera y sé de primera mano lo que pasa en los hospitales. No están preparados para afrontar este riesgo y a los sanitarios que se nieguen a atender a un paciente con el virus (que como has dicho tiene una mortalidad altísima y los sanitarios NO están preparados para atender a nadie) los sancionan.
    Simplemente, el culpable de esta situación mira hacia otro lado y le echa la culpa al débil, a la víctima. Muy valiente, si señor.
    Sólo espero que Teresa salga adelante. Y que de una vez espabilemos y no nos dejemos pisar por los madamases.
    Besos

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  3. Y encima quieren hacer a la víctima culpable... De pena que seamos gobernados por esta panda de incompetentes.
    Besotes!!!

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