Desde Barcelona 92 no había vuelto a ver una ceremonia de
apertura de unas olimpiadas en directo. Algunas por la diferencia horaria y
otras como la de Atenas que me pillaron trabajando, lo cierto que ayer después
de 20 años pude ver el comienzo de unos Juegos Olímpicos. Unos juegos que
tenían que haber sido en mi adorado (y añorado) Madrid, pero que por estas
cosas de la vida se fueron a la capital cosmopolita más inglesa que se conoce:
Londres. Una ciudad que no necesita ningunos juegos para promocionarse y que todos
conocemos aunque sólo sea de verla en los libros de inglés del colegio:
No tenía ni idea de lo que iba a ocurrir, así que estaba preparada para todo. Y, después de visto lo visto, no se me ocurre otra cosa que definirlo como desconcierto (que haciendo un bueno juego de palabras y viendo lo que ahí sucedió, más parecía un concierto de british pop que el comienzo que un evento deportivo).
Para empezar, aparece una especie de alfombra verde emulando la campiña inglesa que a más de uno nos recordaba a las granjas del Facebook que tanto proliferaban hace años. La granja con helicóptero incluido y todo. Aparecían unas campesinas trabajando el campo y un grupo de niños al más puro estilo Los chicos del coro nos deleitaba con canciones típicas de las regiones británicas.
¿Os acordáis qué bien lo pasábamos comprando, sembrando y colocando todo?
La campiña dio lugar a la llegada de la industria con la
máquina de vapor. Aparecieron sufragistas, sindicalistas y ahí es cuando
empezaron a salir un batiburrillo de personajes que lo mismo bailaban cosas
raras como salían disfrazados de los Beatles.
Por no hablar de cuando salían unas camas para homenajear a
los hospitales ingleses con unos niños que leían cuentos bajo la luz de una
linterna. Y como este blog es sobre todo de lecturas, una pensaba que aquello
iba a ser un homenaje a la literatura inglesa, pero vamos, que nada más lejos
de la realidad. ¿Dónde estaba Sherlock Holmes? Un personaje que es a Londres lo
que el Quijote a La Mancha.
Luego aquello se convirtió en una especie de revival británico
donde sonó desde el Satisfaction de los Rolling hasta lo último de Amy
Winehouse pasando por los Sex Pistols. Y digo yo, qué tendrán que ver toda esta
gente con el deporte. Madre mía, mejor no pensarlo.
También hubo cosas originales como la llegada de James Bond
a Buckingham Palace para buscar a la reina en un helicóptero. Que todos pensábamos
que se iba a estrellar con el paracaídas. Por cierto, qué señora más
desagradable, si ni si quiera saludó a sus súbditos cuando desfilaron. Más bien
parecía que se ponía a hacerse la manicura.
Por supuesto, no faltó el sentido del humor británico con la presencia de un Mr. Bean que hacía trampas para llegar a la meta. Eso sí, se echó de menos a Benny Hill persiguiendo a pivones.
Otro momento importante fue el del desfile de países, todo ello amenizado por música británica como U-2 o los Bee-Gees. Lo más destacado fue a unos elegantísimos italianos vestidos de Armani que rivalizaron con la numerosísima delegación de los Estados Unidos que se decantaron por Ralph Lauren. Mientras, España de mercadillo como si no hubiera aquí grandes diseñadores también. Aunque sea de Zara, pero vamos qué mal gusto con esas faldas ortopédicas que parecían las de la Señorita Rottenmeyer. Para eso, el de ese país raro que no recuerdo el nombre que sólo se vistió con una faldita de cuero. O esos europeos (creo que eran checos) que se pusieron unas botas de agua por miedo a la lluvia. Sin olvidar a los anfitriones, que iban de Stella McCartney con unos trajes que parecía un homenaje a Elvis. Yo digo que podía haber homenajeado a los Beatles, pero ya se sabe que en casa del herrero…
La ceremonia estuvo amenizada por María Escario y Paloma del
Río, denominada ya como la
Uribarri de la gimnasia al acertar siempre las votaciones que
van a otorgar los jueces a las gimnastas. Tendríamos qué contar la de veces que
María dijo la palabra mujer a lo largo de las 4 horas que duró la gala: Que si
todos los países llevan mujeres, que si la mayoría llevan a una mujer de
abanderada, que si el Barón Pierre de Coubertin no quería a mujeres compitiendo…
Aquello parecía el día de la mujer trabajadora más que otra cosa. Pero lo mejor
fue cuando dijo que el coro que iba a cantar lo formaban unos niños sordomudos
(parece ser que su mudez afectaba sólo al habla) o que la delegación española
la formaban 27 nacionalidades (y yo sin saber que España es la suma de muchos
países). Por no olvidar que España desfilaba casi al final porque se seguía el
alfabeto inglés (tendría que haber estado Pumares recordando que las letras son
universales).
Todo acabó con Paul McCartney cantando el Hey Jude donde
todos coreamos eso del “Na, na, na, na, na….”
Que si llegamos a estar en una clase de química del instituto hubiéramos
dicho: "Na es el símbolo del Sodio”. Fijaos, al final lo que les faltó fue eso:
el Sodio de la Sal.
P.D.: Se están abriendo apuestas para ver qué cantantes van a actuar en Madrid 2020. ¿Tendremos que homenajear la movida madrileña? Se aceptan sugerencias.
alguien vio a la delegación cubana?
ResponderEliminarSí la vi.
EliminarYo ya he escuchado que si Madrid lo consigue, será Torrente quien baje del helicóptero con el rey...
ResponderEliminarSí, como show estuvo bonito, pero como ceremonia de un acontecimiento deportivo... No me terminó de llenar.
Buen post!
Besotes!!!
Pues qué quieres, a mi ver a los españoles vestidos de ketchup y mostaza con un abanderado que casi tiene que ir descalzo... como que no. Y la reina en helicóptero!!! subirá en España Gallardón a lo rocky si por fin lo consigue?
ResponderEliminarBesos
De Gallardón hablo en mi próximo post.
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