viernes, 28 de julio de 2017

Adiós a una amiga virtual



La conocí hace 10 años por estos mundos de internet. Supongo que una de las 2 pondría su dirección de correo en algún foro o página web y la otra la agregó al ya desaparecido Messenger. Enseguida conecté con ella y me di cuenta que no iba a ser una de aquellas tantas amistades pasajeras que aparecían por aquel servicio instantáneo de mensajería y que, después de unos “Hola, de dónde eres”, al poco tiempo pasaban a engrosar una lista de contactos sin sentido y sin recuerdos. 

Mentiría si dijera que me acuerdo del primer momento en el que hablamos. No sé por qué razón, pero tengo la asombrosa facultad (o defecto) de olvidar el comienzo de algo; ya sea el de un contacto personal, el de un trabajo o de lo que sea. Normalmente es así y el primer día se diluye en mi cerebro al poco tiempo como si no hubiera existido; como si el recuerdo formara parte de mi vida desde siempre. 
 

Recuerdo que tenía una foto en la que aparecía con el pelo cortado a media melena y una casi sonrisa. Aparecía despistada y no estaba posando, pero esa foto era especial. Cada vez que sonaba aquel pitido que te avisaba de que alguien se había conectado y veía esa foto, sentía que iba a estar con esa mujer tan especial que se me metió en el corazón enseguida. Ya sabéis que al igual que ocurre con las personas que encontramos “en la calle”, no conectamos de la misma manera con nuestras relaciones virtuales. Y, muchas veces, ni llegamos a saber que si nos llevaríamos igual de bien si nos conociésemos en persona. Pero es mejor así, ya que se puede perder la magia.





 

Se conectaba pocas veces, desgraciadamente. Me contó que tenía un PC del año “catapún”, de esos que le permitía conectarse con el Messenger y poco más. Y, como todavía no había ni tabletas ni smartphones, nos teníamos que conformar con hablar de vez en cuando por ahí. A veces una frase y poco más. Y era una pena. De vez en cuando nos mandábamos algún e-mail que otro para no perder el contacto. 

Me hablaba de su hija y de su casi recién estrenado nieto, que le volvía loca. También de sus ídolos de juventud a los que iba a ver al Parque de  Atracciones o a los que esperaba a la salida de una determinada emisora de radio. Se convirtió en esa hermana  mayor que siempre quise tener; ese referente con más experiencia que tú y que todos necesitamos para entender mejor la vida. 



Aunque no hablábamos con frecuencia, llegamos a tener mucha confianza. Cuando veía que pasaba el tiempo y que no estaba ahí, la echaba enormemente de menos. Mirad que hablaba yo con gente virtualmente en esa época, pero con aquella mujer era distinto. Muchas veces encendía el PC para ver si se estaba, pero casi nunca la veía. Pasaba el tiempo y el día menos pensado aparecía su foto con aquel sonido que anunciaba nueva compañía. En ese momento sentía enorme felicidad. 

Me contó que había estado varios meses hospitalizada porque algo en su cuerpo no funcionaba bien. Se cansaba enseguida y tenía que cuidarse. Por eso pasaba tanto sin saber nada de ella. 
 
El Messenger comenzó a desgastarse y todo el mundo se pasó al Facebook. Ella era reacia al principio a esa red social que revolución internet, pero al final accedió. Me agregó y alguna vez hablamos  en privado. La última vez le conté lo que estaba pasando en mi vida…. La conversación sigue ahí y lo que pasó en mi vida fue a peor…. 

Aunque Facebook nos mantenía unidas, sólo sabía de ella cuando cumplía años. Siempre  Facebook me lo recodaba esa mañana de ese día de Julio tan festivo que debería ser Fiesta Nacional y todo. Este año, unos días antes me di cuenta que era una amistad a que la que me tuve que acostumbrar a su ausencia, ya que hacía mucho tiempo que no manteníamos ningún contacto de nada. La última vez era un “me gusta” a mi felicitación del año pasado.  No quise ni mirar si seguía teniéndola de amiga por miedo a que me hubiera eliminado (no quería pasar por esa humillación que produce que alguien no quiera seguir siendo tu amiga en Facebook. Y menos si esa persona es especial para ti). 
 


Llegué a pensar que ese año iba a pasar su felicitación por alto, pero cuando llegó el día y Facebook me lo recordó al levantarme, no tuve valor. Preferí ir a su muro, en lugar de dejar un impersonal felicidades en ese cuadro que Facebook te reedirecciona directamente al muro del “cumpleañero”. 

Supongo que le diría Felicidades, ya no lo recuerdo. Sólo recuerdo que me sorprendió no ver ni una felicitación en su muro a esas horas de la mañana. Así que fui bajando y lo vi… Vi esa foto en blanco y negro en la que aparecía ella cuando era un bebé de apenas 2 años con ese familiar que la estaba recordando… Contaba que se había ido hacía unos meses… 



No me podía creer lo que estaba leyendo… Sabía que no andaba bien de salud, pero no para que se hubiera ido tan pronto. Durante todo el día estuve evocando como fue nuestra amistad. Esa amistad breve pero llena de confianza y complicidad. 

Dejé un comentario en ese post diciendo que no sabía que ya no estaba y que lo sentía. La hija me contestó a las pocas horas dándome las gracias por recordarla con cariño. Quité mi mensaje de felicitación pero hubo una persona que dejó el suyo lleno de emoticonos de fiesta… Emoticonos que nunca volverá a ver… 
 

Por cosas de la vida, esa noche Facebook me recordó que hacía 3 años puse un post pidiendo ayuda porque se había colgado la tableta y ella se había interesado (ya ni recordaba aquello). Para más casualidad, en ese momento se me había colgado la tableta 3 años después. Se me quedó con una foto de un cantante que lucía melena en los 80 y que se cortó unos años más tarde… 

Y ella sigue allí de amiga mía de Facebook con esa foto de bebé junto con su padre que tanto echaba de menos. Ahora estará con él allá arriba. M.P.S., gracias por los buenos momentos que pasamos juntas. Tuve que aprender a vivir con tu ausencia y ahora sé que va a ser definitiva. HASTA SIEMPRE. D.E.P.


 
 






 




 
 






4 comentarios:

  1. Lo siento mucho, guapa! Un fuerte abrazo

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  2. Lo siento mucho y animo ya recordarla con cariño. D.E.P

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  3. Lo siento, duele perder a un amigo, independientemente de que esa amistad sea física o virtual. Un abrazo

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