El otro día mientras echaba un vistazo a la librería de unos conocidos almacenes, un libro me llamó poderosamente la atención. Se titula "Tribulaciones de una cajera" y aunque estaba en la sección de novelas, no es de ficción en absoluto, ya que trata de un testimonio real de una chica francesa que trabajó de cajera en un hipermercado durante mucho años. Al parecer lo hizo para desahogarse, sin ánimo de nada y se está forrando. Hasta tiene página en Internet y todo: http://caissierenofutur.over-blog.com/ (Les tribulations d’une caissiere). En cuanto acabe el libro que estoy leyendo, lo compro y ya os comentaré.
Os parecerá raro que hace tiempo no escribo un post sobre mi curro. No, no me he olvidado, simplemente quiero mezclarlo con otras cosas para que haya de todo un poco en el blog. Hoy voy a hablaros de un curso que todos los empleados tenemos que hacer al poco tiempo de estar currando en el supermercado. Me dijeron que duraba 2 días y que tenía que ir por la tarde. Le pregunté a una compañera y me dijo que es de todo un poco: manipulación de alimentos y que no cojas nada “prestado” del súper ya que son pérdidas para la empresa… (y qué bueno, ni agradecido ni pagado). No sé si la prota de ese libro tuvo que pasar por una experiencia parecida.
El curso me venía fatal, ya que tenía que ir hasta las "oficinas" y para ello tenía que coger 2 autobuses. No pude ni comer ni nada; solamente teníamos derecho a una café pagado por la empresa (si pedías algo más, corría de tu cuenta…). Y ni que decir tiene que el transporte o gasolina lo paga el empleado de su bolsillo y adiós. Ni una dieta, vamos. Pero eso sí: tú tienes que mirar por ellos (los que te dan de comer, vaya).
Para hacer el curso nos pasaron a una sala. Nos dijeron que tendría 4 partes: 2 partes cada día y consistían en: “pérdida desconocida”, “calidad”, “manipulación de alimentos” y “prevención de riesgos laborales”.
Todo estaba claro, pero ¿y lo de la “pérdida desconocida”? Enseguida nos aclaran que tiene que ver con “los ingleses”. Sí, esos “clientes misteriosos” que hacen su compra como si tal cosa y que luego pasan un informe sobre el supermercado: si está limpio, si está todo bien colocado, si el personal es agradable… Lo de “los ingleses” es por lo de James Bond, que es espía e inglés. El que nos daba el curso (no sé que nombre ponerle, así que digamos que "El instructor") era un hombre de mediana edad con mucha labia y muchas dotes de actor. Se hizo pasar por argentino, por venezolano y por gallego, pero no dejó claro a cual de las 3 procedencias pertenecía. Nos habló de la seguridad en el mundo y de la poca intimidad que tenemos: nuestro D.N.I. ya era una base de datos. Y no digamos nada del móvil (la policía puede saber dónde estamos si lo encendemos) y de los centros comerciales: en cuanto entramos en el parking, hacen una foto de nuestra matricula. Yo me quedaba con la boca abierta: -"¡qué interesante todo!"- pensaba. La finalidad era para hablarnos de los robos; de los "hurtos" que se comenten día sí y otro también en cualquier pequeña o gran superficie. Para explicarnos, lo que supone un pequeño "hurto" de esos para la empresa nos ponía diapositivas con teorías extrañas y la conclusión era que “si la empresa pierde, tú ganarás menos, ya que no obtendrás la paga de beneficios” (sí, al firmar el contrato, me dijeron que si el supermercado vendía más de lo que tenía previsto, cobraban beneficios… algo que rápidamente las compañeras se encargaron de desmentírmelo). Pero claro, con esa labia y esa verborrea, joer "si sabe de una de cosas que ni una sabe que sabía…", que una se sentía parte de esa empresa en la que según él "algún día llegaremos a ser encargadas". Yo ya me veía de directora, lo menos. Y claro, la cajera es "la última persona a la que el cliente ve" y, por lo tanto, las impresiones que éste se lleve del supermercado dependerá del trato recibido por la misma. Y claro, yo soy cajera, así que eso iba por mí y por las que ocupábamos el mismo puesto (en el curso había gente de todas las secciones y creo que cajeras éramos 4 en total). Por no hablar de que muchas veces eso de la "pérdida desconocida" también podía ser que la cajera no pasara por el "scanner" algún producto de la compra del cliente. Es decir, la cajera era la principal responsable de que el supermercado obtuviera beneficios. Y yo, embobada con todo aquello, pensando que "tengo que vigilar de que nadie robe nada, ya que la empresa es la que me da de comer y encima repercute en mi nómina". Hasta nos decía que no nos fiáramos de esas ancianitas que te regalan un caramelo y luego se llevan el bolso lleno de comida….
Andaba yo toda extasiada, hasta que se me encendió una luz: "Cuidado, nena -me dije- que te están lavando el cerebro". Menos mal, que desperté pronto del trance y me dí cuenta que esto de "la pérdida desconocida" no es más que “un mira por la empresa para que ésta se forre” y para ello quieren hacer sentir al empleado como parte de la misma, cuando en el fondo les importa un bledo. Empecé a sentir que estaba en una secta. Vamos, que no hace falta meterse en religiones extrañas que te prometen el cielo. Aquí sentí que "El instructor" era como un predicador que también nos prometía el cielo para que su religión (léase empresa) se haga de oro. Y mientras el pobre empleado tiene que pagárselo todo para asistir a esa charla, cuando ni va a oler nada de lo prometido; sino que se va a morir del asco con un sueldo misero, con horas robadas y que lo menos le tiene que importar es que alguien coja una chocolatina a sus espaldas. Y encima aleccionado a que mire por ellos, que son las "almas cándidas" que le dan de comer. Cuidado, esto es más grave de lo que pensaba.
Os parecerá raro que hace tiempo no escribo un post sobre mi curro. No, no me he olvidado, simplemente quiero mezclarlo con otras cosas para que haya de todo un poco en el blog. Hoy voy a hablaros de un curso que todos los empleados tenemos que hacer al poco tiempo de estar currando en el supermercado. Me dijeron que duraba 2 días y que tenía que ir por la tarde. Le pregunté a una compañera y me dijo que es de todo un poco: manipulación de alimentos y que no cojas nada “prestado” del súper ya que son pérdidas para la empresa… (y qué bueno, ni agradecido ni pagado). No sé si la prota de ese libro tuvo que pasar por una experiencia parecida.
El curso me venía fatal, ya que tenía que ir hasta las "oficinas" y para ello tenía que coger 2 autobuses. No pude ni comer ni nada; solamente teníamos derecho a una café pagado por la empresa (si pedías algo más, corría de tu cuenta…). Y ni que decir tiene que el transporte o gasolina lo paga el empleado de su bolsillo y adiós. Ni una dieta, vamos. Pero eso sí: tú tienes que mirar por ellos (los que te dan de comer, vaya).
Para hacer el curso nos pasaron a una sala. Nos dijeron que tendría 4 partes: 2 partes cada día y consistían en: “pérdida desconocida”, “calidad”, “manipulación de alimentos” y “prevención de riesgos laborales”.
Todo estaba claro, pero ¿y lo de la “pérdida desconocida”? Enseguida nos aclaran que tiene que ver con “los ingleses”. Sí, esos “clientes misteriosos” que hacen su compra como si tal cosa y que luego pasan un informe sobre el supermercado: si está limpio, si está todo bien colocado, si el personal es agradable… Lo de “los ingleses” es por lo de James Bond, que es espía e inglés. El que nos daba el curso (no sé que nombre ponerle, así que digamos que "El instructor") era un hombre de mediana edad con mucha labia y muchas dotes de actor. Se hizo pasar por argentino, por venezolano y por gallego, pero no dejó claro a cual de las 3 procedencias pertenecía. Nos habló de la seguridad en el mundo y de la poca intimidad que tenemos: nuestro D.N.I. ya era una base de datos. Y no digamos nada del móvil (la policía puede saber dónde estamos si lo encendemos) y de los centros comerciales: en cuanto entramos en el parking, hacen una foto de nuestra matricula. Yo me quedaba con la boca abierta: -"¡qué interesante todo!"- pensaba. La finalidad era para hablarnos de los robos; de los "hurtos" que se comenten día sí y otro también en cualquier pequeña o gran superficie. Para explicarnos, lo que supone un pequeño "hurto" de esos para la empresa nos ponía diapositivas con teorías extrañas y la conclusión era que “si la empresa pierde, tú ganarás menos, ya que no obtendrás la paga de beneficios” (sí, al firmar el contrato, me dijeron que si el supermercado vendía más de lo que tenía previsto, cobraban beneficios… algo que rápidamente las compañeras se encargaron de desmentírmelo). Pero claro, con esa labia y esa verborrea, joer "si sabe de una de cosas que ni una sabe que sabía…", que una se sentía parte de esa empresa en la que según él "algún día llegaremos a ser encargadas". Yo ya me veía de directora, lo menos. Y claro, la cajera es "la última persona a la que el cliente ve" y, por lo tanto, las impresiones que éste se lleve del supermercado dependerá del trato recibido por la misma. Y claro, yo soy cajera, así que eso iba por mí y por las que ocupábamos el mismo puesto (en el curso había gente de todas las secciones y creo que cajeras éramos 4 en total). Por no hablar de que muchas veces eso de la "pérdida desconocida" también podía ser que la cajera no pasara por el "scanner" algún producto de la compra del cliente. Es decir, la cajera era la principal responsable de que el supermercado obtuviera beneficios. Y yo, embobada con todo aquello, pensando que "tengo que vigilar de que nadie robe nada, ya que la empresa es la que me da de comer y encima repercute en mi nómina". Hasta nos decía que no nos fiáramos de esas ancianitas que te regalan un caramelo y luego se llevan el bolso lleno de comida….
Andaba yo toda extasiada, hasta que se me encendió una luz: "Cuidado, nena -me dije- que te están lavando el cerebro". Menos mal, que desperté pronto del trance y me dí cuenta que esto de "la pérdida desconocida" no es más que “un mira por la empresa para que ésta se forre” y para ello quieren hacer sentir al empleado como parte de la misma, cuando en el fondo les importa un bledo. Empecé a sentir que estaba en una secta. Vamos, que no hace falta meterse en religiones extrañas que te prometen el cielo. Aquí sentí que "El instructor" era como un predicador que también nos prometía el cielo para que su religión (léase empresa) se haga de oro. Y mientras el pobre empleado tiene que pagárselo todo para asistir a esa charla, cuando ni va a oler nada de lo prometido; sino que se va a morir del asco con un sueldo misero, con horas robadas y que lo menos le tiene que importar es que alguien coja una chocolatina a sus espaldas. Y encima aleccionado a que mire por ellos, que son las "almas cándidas" que le dan de comer. Cuidado, esto es más grave de lo que pensaba.
P.D.: Para quien no sepa qué significa la palabra tribulación (quizá en francés se utilice mucho el sustantivo "tribulation" y la traducción haya sido demasiado literal y poco adaptada) os dejo los significados según la R.A.E.:
1. Congoja, pena, tormento o aflicción moral.
2. Persecución o adversidad que padece el hombre.