Páginas

viernes, 26 de diciembre de 2008

Nacer en diciembre


Hoy es mi cumple. La verdad que nacer en diciembre fue uno de los grandes condicionantes de mi vida por muchos motivos. Otros meses, igual no son tan determinantes en la vida de una persona, pero, diciembre si lo es (al menos, para mí).


Empezando por el colegio. Yo empecé a ir a los 4 años, pero claro, yo hasta diciembre no los cumplí, por lo que estuve 3 meses con 3 (desde setiembre que empieza el curso hasta diciembre que los cumplí). En todos los cursos pasaba igual: me tiraba el primer trimestre con 1 año menos del que correspondía. Luego, me ponía al día, pero resulta que en enero ya empezaban a cumplir años muchas compañeras, así que siempre me iba quedando atrás. Muchas de ellas me sacaban casi 1 año de edad, lo que cuando eres pequeño es mucho. Daos cuenta, que cuando nací yo, muchos niños estaban ya casi caminando. Y no os digo nada, cuando había repetidoras en una clase: ya no era 1 año de diferencia, sino 2 (y a veces, casi 3).


Me parecía curioso, que las que estaban en un curso más abajo, eran más próximas a mi edad muchas veces. Algunas eran de enero... pero del siguiente año, por lo que yo era mayor unos días (está claro quiénes eran más próximas a mi edad...).


Siempre me noté mucho más infantil e inmadura que el resto. Y, muchas veces, me notaba forzada en la clase. En el instituto me veía infantil con tanta gente mayor y tanto repetidor... Por eso, vi la luz el año que repetí No se notó casi, por hacerlos en diciembre y encima la gente ya era de mi edad casi (o más pequeña, lo que me hacía sentir mucho mejor). Vamos, que es ahí donde tenía que haber estado yo desde siempre.


También es verdad que así, yo hacía las cosas 1 año antes. Por ejemplo, la comunión la hice con 8 años en lugar de 9 (no había casi vestidos de mi talla de lo menuda que era). También aprendí a leer, a sumar o a dividir 1 antes que las demás. O eché mi primer cigarro casi a la vez que dejé de jugar con muñecas (ellas tenían 14 años, pero yo, al ser la pequeña, tenia 12 o así).


Sin embargo, cuando me cayó mi primer diente, las demás tenían toda dentadura. Cuando yo todavía andaba por el 24 de pie, las demás ya gastaban el 30. Cuando llegué al 30, todas gastaban el 34... Y cuando, por fin, gasté el 34, me decían que era muy pequeño (ellas ya usaban el 37 por lo menos). Llegué al 35, menos mal, porque sino hubiera tenido que seguir en mi juventud con merceditas y botas de bebé.


Viendo todo esto, está claro que nacer en diciembre marcó mi vida, para lo bueno y para lo malo. Lo bueno fue que cuando repetí: no se notó casi (y repetí 2 veces y aún así era bastante joven). Lo malo era lo forzada que iba en el colegio (creo que nos teníamos que plantear que la gente fuera al curso que le corresponde por madurez y no por cuestiones del año en que nació, como hacen en Finlandia).


Otra cosa bastante condicionante es lo de celebrar el cumple. Y es que al ser después de navidad, la gente está tan saciada de comida que no prueban bocado de lo que le pongas en la merienda. Eso, si encuentras a alguien que esté en casa, ya que cuando era pequeña, muchos estaban en el pueblo y no se podía contar con ellos. Por este motivo, optamos en mi familia por celebrar mi cumple en el cine (sólo mis padres, mi hermano y yo). Así, sin meriendas ni nada. Y como en diciembre hay muchas pelis infantiles, no teníamos problema a la hora de elegir una película.


No os digo nada, el regalo. Al ser navidad, todo el mundo tiene su regalo ya por este hecho. En mi casa, celebramos los reyes como manda la tradición, por lo que se me juntan 2 regalos en menos de 10 días. Lo que podría parecer una ventaja, para mí no lo es. ¿Y el resto del año? La gente, que nace en verano se encuentran en esa época (tan alejada de la navidad) con su regalo correspondiente. Yo, sin embargo, tengo la sensación de que el de reyes es la continuación del de mi cumple. Así, de pequeña, mi madre optó por regalarme algo para mi santo. Pensábamos que era el día del Corpus (primer jueves de junio). Estaba yo toda contenta con ese "pseudocumpleaños" cuando me entero, que no, que mi santo es....¡¡¡el 1 de enero!!! Como veis, un día "ideal" para celebrar algo que no sea una "superresaca" (sin contar, que es 6 días después de mi cumple... así que sí, podrían ser 3 regalos, pero joer, ¿y en verano nada?... Volvemos a lo de antes...). Hay que mirar que el santo de tu hijo, sea mucho después que su cumple (eso si no tiene 2 onomásticas, ya que si esto ocurre hay que celebrarlo el día más cercano a su nacimiento... nada que parece que nadie quiere celebraciones "extra"...).


Así, diciembre es un mes intenso doblemente: las navidades y mi cumple. Al ser al final de año, mi balance anual es doble (el resto de año, me lo tomo como un descanso, ya que ni mi santo puedo celebrar). Lo que si es verdad, es que siempre soy 1 año más joven: hace "taytantos" años que nací, pero tengo 1 menos. Pensándolo bien, no es tan malo nacer en diciembre...

lunes, 22 de diciembre de 2008

Que te llamen por el nombre


Si hay una cosa que me parece de muy buena educación es la gente que te llama por tu nombre en cuanto lo saben. Bajo mi punto de vista, saber el nombre de una persona es signo de que te importa. Y no os creáis que es un acto sin más, ya que cuando ves que una persona nunca sabe cómo te llamas, te estás dando cuenta el valor que tiene algo así. Y os lo digo yo, que tuve que ver cómo ciertos "parientes" afirmaban como si tal cosa, que nunca se acordaban de mi nombre (se hacían líos, que si "marital" o "maricual"...). Así que, cuando los evoco a mi memoria, digo lo mismo: que no sé sus nombres.



Todo esto viene porque en el súper, hay gente que se acerca a la caja y se dirige a ti por tu nombre de pila (lo trae en el ticket). Ante estos clientes, me dan ganas de hacerles una reverencia y decir "chapeu", porque su relación contigo consiste en pasarles sus compras por la cinta, cobrarles y adiós. Pero ellos, agradecidos, miran cómo te llamas para no tratarte como unas meras manos que pasan alimentos. Te hacen sentir persona. Porque nuestra identidad es, precisamente, nuestro nombre (que no tiene que coincidir con el de la partida de nacimiento). Y qué cosas, que cuando alguien nos cae mal, nos negamos a nombrarlo (en realidad si no nos importa, no nos merece ni la pena hacerlo... para qué veáis que es como el pez que se muerde la cola... ignorar el nombre=ignoramos la persona...).


Hace algunos años leí la novela de Saramago "Todos los nombres" donde se hacía una reflexión a lo que significaban llamarnos de una determinada manera. Si lo leéis, os daréis cuenta de lo que significa el nombre para una persona. Es lo primero que aprendemos de nosotros mismos.





lunes, 15 de diciembre de 2008

Me gustan los uniformes



Si algo me llamaba la atención del trabajo de cajera es por el uniforme. Recuerdo cuando abrieron el Hipercor, que me encantaba ver a las dependientas tan monas ellas, con su falda y su camisa a juego (y a veces su chaqueta). Tuvieron muchos, así que cada vez que iba me gustaba ver cómo era el nuevo. Los hubo de todos los colores y estilos. Y además, como las veía tan maquilladas y repeinadas, soñaba con ser una "chica hipercor". Así, como suena. Todas soñando ser "chicas Almodóvar" y yo no; yo "chica hipercor" (así que este post se tenía que llamar más bien "Yo quiero ser una chica Hipercor").



Y mira que odiaba el uniforme cuando iba a las monjas.... pero luego, me gustaba verlos en los trabajos. Lo llevé en muchos y me parece muy cómodo (eso sí, con pantalón). Lo cierto es que la gente, luego no te conoce por la calle (a mi también me pasa como clienta). Quizá pensemos que la gente de uniforme no tiene vida más allá de su trabajo...




miércoles, 10 de diciembre de 2008

Un día cualquiera




6:45 A.m.: Suena el despertador, bueno en realidad es el móvil con su sonitono correspondiente. No me gusta poner una canción que me guste, ya que no la quiero acabar odiando (porque siempre se odia lo que te hace levantarte de la cama, ya sea el maldito piiiiiiiiiiii o lo último de Bisbal… ajjjjjjjjjjjj, ¡¡¡a ese no hace falta que lo ponga de despertador…!!!).

6:50 A.m.: Tras ir al baño para lavar la cara con agua fría, toca el desayuno. Últimamente descubrí lo del pan con aceite y ha sido una bendición: algo sano y suave que te facilita la digestión. Adiós a la margarina y a toda la repostería industrial (adictiva, pero mala). Con los años, gané peso y estoy en lucha constante con la báscula (menos mal que no la tengo en casa).

7:00 A.m: Me meto en la ducha. Agua caliente y jabón suave… Estaría toda la mañana bajo el agua. Luego la crema corporal, el anticelulítico, la crema hidratante para la cara, un toque de maquillaje y lista para salir (por supuesto con ropa, claro). Mi sesión capilar la hago por la noche, ya que supone mucha pérdida de tiempo: champú, mascarilla, secador...

7: 45 A.m.: Cojo el bus que me lleva hasta el curro. Llevo mis cascos con Cadena 100 (que te animan la mañana con sus chistes y llamadas). Llega la sección donde hay que llamar para contar alguna anécdota (la música de fondo es el tema instrumental de Ariel Rot Confesiones de un comedor de pizza ummmm... buena forma de empezar la mañana). El bus lleno de estudiantes. Espero no haberme equivocado, que sino toca taxi y son muy caros.

8:00 A.m.: Llego al curro (a veces mucho más tarde). Me pongo el uniforme (con falda… somos las únicas… hasta Iberia se pasó al pantalón). Si hay alguna compi hablo con ella y comentamos…

8:15 A.m.: Hay que estar en la oficina. Digo yo, que por qué tan pronto. Todavía queda 1 hora para abrir, pero claro hay que estar ahí “para no se sabe qué…”. Eres el comodín: coloca el pescado, seca el suelo, pon el precio de las manzanas… Luego coger el cambio y a desayunar.

8:45 A.m.: Vamos a una cafetería. No tengo hambre, ya que acabo de desayunar. El "break" tendría que ser a lo largo de la mañana; pero claro, hay mucha gente y no vas a dejar la caja… Mira si son listos…

9:15 A.m.: Apertura del centro. Con la caja preparada hay que empezar el tajo… Ya sé lo que me espera, así que ya voy "dopada" hasta las cejas. ¡¡¡ Hola, buenas!!! (es el saludo... que luego se lo digo a todo el mundo como una autómata). Pasar por el scanner todos los productos (con el dichoso "pipi" a todas horas), arrancar los tickets si son productos de sección (pan, fruta…) y luego pasarlos por el scanner. Pedir al cliente la tarjeta de puntos y meterla en el correspondiente sitio (cuidadín con no meterla bien… los puntos no suben…). Efectivo o tarjeta, vales descuento… Totalizar… la vuelta… comprobar 2 veces si lo has hecho bien… La cola se acumula y llamo a una compañera (si hay 2 colas, llamar a la otra). Un cliente detrás de otro…¡¡¡Hola buenas!!!... Con algunos ya hay hasta confianza (son siempre los mismos, al ser un súper de barrio). Ya sabes de qué pie cojea cada uno, pero en general son agradables. En la cola hablan y hasta te gastan bromas… Pasas los productos (el dichoso pipi continuamente), tarjeta de puntos, total… son X euros… La vuelta. Embolso todo (la gente, a veces, ni se molesta… a veces hasta paso de metérselo en bolsas… me cabreo). Adiós. Y otra vez, a empezar. Me quedo con la mosca si se lo dí bien (ya sé que sino me toca apoquinar…). Rezo para que no se me cuelgue el ordenador (con lo bien que estábamos sin esta maldita máquina…). Con tanta oferta que meten, el ordenador no va (todo 3 X 2… la gran estafa).

12:00 P.m.: Sudo, tengo ganas de llorar… No puedo mirar a los ojos de la gente… Me siento como un robot… 3 horas sin parar un minuto… Creo que no soy persona… Le doy la vuelta al que está esperando su turno… Miro si hay cola (una vez llegó hasta el final del súper), compruebo los billetes grandes que tengo y los meto en un “cepo” (eso cada 3 billetes). Extremo la precaución por si me cae alguno al suelo (ya me pasó alguna vez... menos mal que la gente es honrada). Alguien lleva pescado. Le doy una bolsa (si no mojan la cinta). Encima llegan los estudiantes (caja para ellos... si se llevan alguna chocolatina escondida, me da igual). A veces tocan los polacos ("los Darek" los llamó yo... sí, sí, algún fichaje tenemos...). Joer, no entienden castellano... cuidado con las confusiones. Demasiado suplicio...




14:30: Llegan las del siguiente turno. Tras casi 6 horas de pie, noto que mi nervio ciático no es el mismo. Esa postura tan antinatural me está pasando factura. Encima la cinta no funciona y tienes que utilizar el brazo para acercar las cosas. Dicen que hay crisis, pero no paran de comprar. Hoy no fue primero de mes y no salieron los vales descuento (cuando esto ocurre, hay que echarle como 1 minuto más con cada ticket que sale). A veces no paran de salir tickets y tickets (k si el vale, k si el sorteo para esquiar que no sabes ni lo qué es; que si el sorteo con no se qué periódico que una clienta explica en qué consiste…). La música sigue sonando. Dice que son el mejor supermercado… Te apetece disparar al hilo musical. Eso es peor que el despertador (espero que no pongan a mi grupo favorito… no quiero acabar odiándolos…).

14: 45: Toca hacer caja. La ansiedad empieza. Sé lo que es que falte dinero. Cuento. Ya tengo el resultado. No quiero mirar el ordenador. Me dicen que falta otra vez y me da un soponcio. Espero el resultado… Nervios, ansiedad… no quiero mirar… no quiero escuchar… se lo digo… Está bien… ufffff… qué alivio. Sonrío. Hicieron efecto las pastillas.

15:00: Otra vez bus de vuelta. La tarde pasará entre siesta y gimnasio (hay que ponerse en forma...). Aprovecho y me meto en la sauna... es bueno relajarse. Necesito un buen masaje.

00:00: A sobar hasta el día siguiente. Me despierto en la madrugada soñando que estoy en la caja. Tengo un dolor horrible en el costado. Dentro de poco otra vez a empezar…

jueves, 4 de diciembre de 2008

El primer día



El primer día de curro es, siempre, el peor. Tanto es así, que la mayor parte de las veces se me olvida y sólo recuerdo 1 par de detalles; pero nada más (seguramente se deba a que paso tanto miedo y nervios, que el cerebro se defiende borrándolo todo).





Del primer día en el "súper", sólo recuerdo que todo el mundo me decía que se me notaba muy nerviosa. Son tantas cosas las que hay que aprender: el funcionamiento de la caja (que luego no tiene complicación, pero como te lo explican todo de golpe...); por no hablar de la maldita tarjeta de puntos, de los vales descuentos, de las ofertas de "por la compra de un chorizo, le regalamos 1 paquete de salchichas). Ay qué ver lo que mueve un supermercado (y parece tan fácil).



La cajera también tiene que reponer, pero yo al ser "primeriza", tengo que tragarme toda la caja. Encima te piden rapidez al pasar las cosas por el "scanner" y luego embolsarlo todo. Hay gente a todas horas, tienes que procurar que no haya colas y no se para ni un momento. Me resulta todo tan monótono...





Y qué contar de hacer la caja... Es muy rara y me lío. Además, hay que contar mucho dinero... Qué razón tenía cuándo lo veía tan "stressante" este curro... Espero que me guste con el tiempo...

martes, 2 de diciembre de 2008

Lo de ser cajera



La verdad, que eso de ser cajera nunca me llamó la atención. Mejor dicho: me horrorizaba. Recuerdo que me empecé a fijar más en esta profesión cuando abrieron la “Gran Superficie” que está al lado de mi casa. Veía a muchas chicas con un uniforme monísimo pasando productos por el “scanner”, cobrando, dando la vuelta, arrancando el ticket… ¡¡¡siempre hacían lo mismo!!! Encima eran compras enormes con todo tipo de productos, manejando mucho dinero y con una sonrisa a flor de piel. Siempre agradables, siempre saludando y pendientes de que no les falte cambio y de cualquier duda y queja (que hay que ver lo que te puedes encontrar en una caja…).

Siempre me preguntaba que cómo les podía gustar semejante oficio. O más bien si les gustaría y no lo harían por obligación. El caso es que pasaba el tiempo y cada vez había más superficies que necesitaban cajeras, con lo que se convirtió en la profesión del futuro (o del presente más bien). Así que estaba claro que iba a dar igual lo que se estudiase: ser cajera iba a ser la salida más segura.

A mí me aterraba semejante idea, pero viendo que cualquiera lo hace, pensé que no sería para tanto y sería cuestión de quitar el miedo; y éste solo se quita con la experiencia (me pasó con el carnet de conducir).

Lo que nunca pensé es que fuera a ser tan fácil. Una que manda C.V’s. a todos los anuncios habidos y por haber (por no hablar de los que mandas a empresas de todo tipo) y que sabe que del 99% ni te contestan; no podía dar crédito cuando me llamaron para la entrevista al día siguiente de mandar el “curriculum”. Todo fue por un anuncio que vi en la prensa de un famoso supermercado donde pedían de todo (a parte de cajeras). A pesar de tener no muy buenas referencias de esta empresa, pensé que lo mejor era probarlo por mi misma. Y bueno, lo de cajera, ya no lo vi tan horrible, debido a mi experiencia en una heladería el verano pasado. Aquello si que lo vi aterrante, pero dije que había que echarle “un par” sino quería quedarme en casa sin hacer nada por tener miedo. El primer día lo pasé fatal, pero gracias a las compañeras y a la comprensión de la gente a los pocos días ya estaba hecha. Y eso, que además de la temible caja, tuve que aprender a poner helados. Pero ya me dijeron: “Tú, a echarle morro” (eso ya lo sabía yo de mi año en Inglaterra…).

Mis principales temores a trabajar de cajera, eran precisamente la caja. En el trabajo en la heladería, vi que no tenía complicación y que, además, la vuelta te lo dice la caja (lo malo es confundirse en lo que el cliente te da).

Aquí tengo que aprender nueva caja, nuevas costumbres y trabajar de cajera “a lo bestia”. Me preguntaron que qué prefería: si caja o una sección (pescadería, carnicería…) y yo, sin dudarlo, dije que caja. Me dicen que vas rotando de puesto, para aprender de todo… De momento, ya me advierten que si falta dinero, lo tengo que poner yo… Pero, a mí la caja me parece muy entretenida, dada mi experiencia en la heladería… A ver, el primer día…