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viernes, 16 de enero de 2009

Quien rie el último...

Tengo una amiga que con tal de trabajar en algo, hace lo que sea. Está a lo que le sale y esa es su profesión. De esta forma, le salió un trabajo para los fines de semana, pero para mucho tiempo. Eso sí; le venía fatal, ya que era fuera de su ciudad y el trabajo era a jornada partida, por lo que le suponía desaparecer de su casa durante 2 días, ya que tenía que comer y todo ahí. Pero como era para largo plazo y le dijeron un sueldo que no estaba del todo mal, decidió aceptarlo. Enseguida se da cuenta, que su trabajo consiste en ser "chica para todo", ya que lo mismo hace de reponedora, que está limpiando una estantería. Por no hablar de las veces que su verdadero cometido se ve truncado al no recibir la mercancía que necesita. No le molaba estar sin hacer nada, y mucho menos que la vieran, por lo que estaba dispuesta a ocupar sus horas de trabajo haciendo lo que la mandasen. La verdad que toda la situación no era lo que esperaba, ya que se siente un pinganillo; por no hablar de los 2 días horrorosos que tiene que estar fuera de casa: se los pasa trabajando, comiendo y haciendo tiempo para volver a trabajar (hacía buen tiempo, pero no quería ni pensar cuando llegara el invierno, con el frío que hace en esa ciudad...). Pero claro, lo que quiere es meterse en esa empresa, ya que piensa que en cuanto tengan un puesto libre en su ciudad, la trasladan. Además, puede ampliar sus horas laborales, cuando toque darle las vacaciones a la que está toda la semana (que por cierto, en cuento firmó el contrato, ya las pidió). Pero lo que pasa por su mente, sobre todo, es saber que donde vive hay un proyecto de un nuevo centro comercial, donde ella podría ir a trabajar. Todavía queda mucho, pero es algo que esta ahí (por ese motivo aguanta).

En cuanto llega la primera nómina, se da cuenta de la estafa, ya que el salario dista mucho de lo esperado. Se empieza a dar cuenta, si merece la pena ese sacrificio de 2 días que le rompe todos los esquemas. Y eso, que ultimamente está más adaptada a ese ritmo espantoso de vida, que le hacía estar molida en el trabajo.

El siguiente fin de semana, pilla un catarro del copón que se vio agravado al estar trabajando todo el día en las neveras. Aún así, no falta a su cometido (la pobre no puede ni acostarse 1 segundo y bien que lo hubiera necesitado). Va a la enfermería y resulta que tiene fiebre, por lo que la manda para casa. No le mola nada, pero el jefe la deja. El siguiente "finde" no se puede ni levantar, ya que tiene vértigo, por lo que llama y dice que irá por la tarde. Acude, pero tiene que volver, ya que ni en pie se tiene. Al día siguiente aparece y se da cuenta que no cuentan con ella como pensó (y le dijeron): una chica le dice que ella le va a dar parte de las vacaciones a la otra... Cada vez ve más claro, que no es lo que ella pensaba, ya que si ni si quiera cuentan con ella para sustituir a otra persona, ¿qué es lo que hace ahí?

A la semana siguiente recibe una llamada telefónica: no tiene que volver más, ya que con lo de la crisis, van a prescindir de su puesto. Enseguida recapacita y se da cuenta que su "fallo" fue ponerse mala. Quizá hasta pensaron que se había dormido y por eso fue por la tarde y se tuvo que volver de un posible "resacón" (a saber qué pensarían). Le hacen firmar un despedido improcedente, pero le hacen ver que es un modo de darle más dinero al tener que indemnizarla. Pero claro, de este modo, nunca más la podrán contratar para hacer otras cosas (y eso que les gusta cómo hace su trabajo, alegando que es muy buena. Cosa que no es mentira: sus promociones salen perfectas).

Por supuesto que lo de la crisis es una milonga. Otra amiga le cuenta que están buscando en internet a una chica para que haga lo que hacía ella. No contratan a una, sino a 2 chicas para su puesto. Son estudiantes y mucho más jóvenes, y lo único que piensan es en divertirse y el trabajo entorpece sus planes. Acuden de doblete y con ojeras de tanto trasnochar. Rápidamente se agobian y piensan en dejarlo. Mi amiga, por su parte, enseguida encuentra nuevos curros, donde no se tiene que pegar esas palizas y además, gana más dinero.

Hace poco una faltó alegando una gripe... A los pocos días lo dejó. A la otra, le dio un ataque de ansiedad cuando le dijeron lo que tenía que promocionar. Cogió sus cosas y se fue para siempre. Mi amiga está que se parte de risa, frotándose las manos y pensando que cualquier día se tendrá que encontrar con la responsable del cotarro. Ésta dará por sentado que mi amiga se enteraría de todo, ya que una amiga suya trabaja ahí... Así que supondrá que se lo contaría (y no se equivoca, claro). Seguro que tendrá que bajar la cabeza, ya que "quién rie el último, rie mejor".


1 comentario:

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