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lunes, 26 de enero de 2009

Tribulaciones de una cajera en un curso de pérdida desconocida

El otro día mientras echaba un vistazo a la librería de unos conocidos almacenes, un libro me llamó poderosamente la atención. Se titula "Tribulaciones de una cajera" y aunque estaba en la sección de novelas, no es de ficción en absoluto, ya que trata de un testimonio real de una chica francesa que trabajó de cajera en un hipermercado durante mucho años. Al parecer lo hizo para desahogarse, sin ánimo de nada y se está forrando. Hasta tiene página en Internet y todo: http://caissierenofutur.over-blog.com/ (Les tribulations d’une caissiere). En cuanto acabe el libro que estoy leyendo, lo compro y ya os comentaré.

Os parecerá raro que hace tiempo no escribo un post sobre mi curro. No, no me he olvidado, simplemente quiero mezclarlo con otras cosas para que haya de todo un poco en el blog. Hoy voy a hablaros de un curso que todos los empleados tenemos que hacer al poco tiempo de estar currando en el supermercado. Me dijeron que duraba 2 días y que tenía que ir por la tarde. Le pregunté a una compañera y me dijo que es de todo un poco: manipulación de alimentos y que no cojas nada “prestado” del súper ya que son pérdidas para la empresa… (y qué bueno, ni agradecido ni pagado). No sé si la prota de ese libro tuvo que pasar por una experiencia parecida.

El curso me venía fatal, ya que tenía que ir hasta las "oficinas" y para ello tenía que coger 2 autobuses. No pude ni comer ni nada; solamente teníamos derecho a una café pagado por la empresa (si pedías algo más, corría de tu cuenta…). Y ni que decir tiene que el transporte o gasolina lo paga el empleado de su bolsillo y adiós. Ni una dieta, vamos. Pero eso sí: tú tienes que mirar por ellos (los que te dan de comer, vaya).

Para hacer el curso nos pasaron a una sala. Nos dijeron que tendría 4 partes: 2 partes cada día y consistían en: “pérdida desconocida”, “calidad”, “manipulación de alimentos” y “prevención de riesgos laborales”.

Todo estaba claro, pero ¿y lo de la “pérdida desconocida”? Enseguida nos aclaran que tiene que ver con “los ingleses”. Sí, esos “clientes misteriosos” que hacen su compra como si tal cosa y que luego pasan un informe sobre el supermercado: si está limpio, si está todo bien colocado, si el personal es agradable… Lo de “los ingleses” es por lo de James Bond, que es espía e inglés. El que nos daba el curso (no sé que nombre ponerle, así que digamos que "El instructor") era un hombre de mediana edad con mucha labia y muchas dotes de actor. Se hizo pasar por argentino, por venezolano y por gallego, pero no dejó claro a cual de las 3 procedencias pertenecía. Nos habló de la seguridad en el mundo y de la poca intimidad que tenemos: nuestro D.N.I. ya era una base de datos. Y no digamos nada del móvil (la policía puede saber dónde estamos si lo encendemos) y de los centros comerciales: en cuanto entramos en el parking, hacen una foto de nuestra matricula. Yo me quedaba con la boca abierta: -"¡qué interesante todo!"- pensaba. La finalidad era para hablarnos de los robos; de los "hurtos" que se comenten día sí y otro también en cualquier pequeña o gran superficie. Para explicarnos, lo que supone un pequeño "hurto" de esos para la empresa nos ponía diapositivas con teorías extrañas y la conclusión era que “si la empresa pierde, tú ganarás menos, ya que no obtendrás la paga de beneficios” (sí, al firmar el contrato, me dijeron que si el supermercado vendía más de lo que tenía previsto, cobraban beneficios… algo que rápidamente las compañeras se encargaron de desmentírmelo). Pero claro, con esa labia y esa verborrea, joer "si sabe de una de cosas que ni una sabe que sabía…", que una se sentía parte de esa empresa en la que según él "algún día llegaremos a ser encargadas". Yo ya me veía de directora, lo menos. Y claro, la cajera es "la última persona a la que el cliente ve" y, por lo tanto, las impresiones que éste se lleve del supermercado dependerá del trato recibido por la misma. Y claro, yo soy cajera, así que eso iba por mí y por las que ocupábamos el mismo puesto (en el curso había gente de todas las secciones y creo que cajeras éramos 4 en total). Por no hablar de que muchas veces eso de la "pérdida desconocida" también podía ser que la cajera no pasara por el "scanner" algún producto de la compra del cliente. Es decir, la cajera era la principal responsable de que el supermercado obtuviera beneficios. Y yo, embobada con todo aquello, pensando que "tengo que vigilar de que nadie robe nada, ya que la empresa es la que me da de comer y encima repercute en mi nómina". Hasta nos decía que no nos fiáramos de esas ancianitas que te regalan un caramelo y luego se llevan el bolso lleno de comida….

Andaba yo toda extasiada, hasta que se me encendió una luz: "Cuidado, nena -me dije- que te están lavando el cerebro". Menos mal, que desperté pronto del trance y me dí cuenta que esto de "la pérdida desconocida" no es más que “un mira por la empresa para que ésta se forre” y para ello quieren hacer sentir al empleado como parte de la misma, cuando en el fondo les importa un bledo. Empecé a sentir que estaba en una secta. Vamos, que no hace falta meterse en religiones extrañas que te prometen el cielo. Aquí sentí que "El instructor" era como un predicador que también nos prometía el cielo para que su religión (léase empresa) se haga de oro. Y mientras el pobre empleado tiene que pagárselo todo para asistir a esa charla, cuando ni va a oler nada de lo prometido; sino que se va a morir del asco con un sueldo misero, con horas robadas y que lo menos le tiene que importar es que alguien coja una chocolatina a sus espaldas. Y encima aleccionado a que mire por ellos, que son las "almas cándidas" que le dan de comer. Cuidado, esto es más grave de lo que pensaba.



P.D.: Para quien no sepa qué significa la palabra tribulación (quizá en francés se utilice mucho el sustantivo "tribulation" y la traducción haya sido demasiado literal y poco adaptada) os dejo los significados según la R.A.E.:


1. Congoja, pena, tormento o aflicción moral.


2. Persecución o adversidad que padece el hombre.



viernes, 23 de enero de 2009

Final perfecto

El otro día estuve viendo en un canal del cable "Con faldas y a lo loco". Muchas veces trato de pillar el final, ya que siempre que lo veo, lo hago con una sonrisa. Es como si estuviera esperando otro final y me sorprendiera de nuevo. Por eso cuelgo el vídeo del mismo. Lo más curioso fue que Billy Wilder, la acabó así porque no se le ocurría otra cosa. Está claro que Nadie es perfecto.

martes, 20 de enero de 2009

El hombre que compra

Acabo de leer en la prensa digital que el hombre cada vez hace más la compra. Por lo visto, de cada 5 cestas de la compra, una está hecha por un hombre. Por mi trabajo, ya lo tenía más que comprobado y es totalmente cierto eso: muchos hombres hacen la compra diaria, bien sea porque cada vez vive más gente sola o porque la pareja está fuera de casa, el caso es que por la cuenta que les tiene, les toca bajar al supermercado y llenar la nevera.

Todavía las cifras son bajas, pero esperanzadoras; ya que mientras “ellos” suben en esta tarea, “ellas” bajan. Y es de esperar, que un día se iguale todo y estudios así, dejen de ser noticia.

Vamos progresando, está claro. Pero si os dais cuenta, muchas veces él la hace “porque ella está trabajando y a mí me viene mejor”. Es decir, son suplentes, como Reina en la selección que juega cuando no está Casillas. De todas formas, atrás quedaron los prejuicios machistas que se despreocupaban de cualquier tarea femenina, ya que podían ser tachados de “mariquitas” al ser vistos con las bolsas del supermercado. Poquito a poquito, se anda el caminito, está claro. El día que pongan la lavadora y cuelguen la ropa, nos vamos todas de borrachera.

Y bueno, según el estudio, se preocupan de la calidad, de la salud y no sólo de llenar el carro de cervezas y aperitivos. Y además, como cada vez cocinan más, prefieren elegir ellos mismos los ingredientes. Eso es cierto: cada vez hay más “Arguiñanos” en potencia, y sino fijaos: todos cocinan de miedo y “chachi piruli”. Vamos, que no conozco a ninguno que se declare mal cocinero o del montón. No, el que cocina, lo hace para chuparse los dedos ¿Tendrán que disculparse por ponerse el mandil?

Pero sigamos con la compra masculina. Y es que hace tiempo tenía pensado escribir un post de este tema, y aprovechando que leí esta noticia, lo hago hoy. Por mi caja, pasan muchos hombres (sean del tipo de amos de casa que sea) y tengo que reconocer que me suelen gustar más que las mujeres en caja (que no son sólo “marujas” que tanta mala fama tienen). Ellos suelen ser como más espabilados y enseguida cogen bolsas y lo empaquetan todo en 1 “santiamén”. En cambio ellas, se quedan esperando a que seas tú la que se lo embolses todo y muchas veces, permanecen ahí como lerdas con el monedero en la mano, mientras tú pasas toda la compra por el scanner y por dentro te estás cagando en sus muertos, ya que piensas que luego se lo tendrás que embolsar todo y perder tiempo. Joer, ¿por qué no van ganando tiempo? Y luego se quejan, las jodias. Me dan ganas de decirles: “Venga señora, su compra”. Es cierto que es tarea de la cajera, pero, coño, que espabilen. Un día, pillé tanto rebote con una, que le puse toda su compra donde están las bolsas y le dije que lo podía embolsar. Y seguí con el siguiente cliente.

El caso es que nos están ganando terreno: todos cocinan bien y hacen la compra de miedo. Entonces, ¿por qué no son todos “amos de casa”? Si os dais cuenta, cada vez hay más mujeres en todos los campos laborales… Esto de "el hombre que compra" puede ser una nueva especie humana... La próxima semana, hablaremos del gobierno.



http://www.boosterblog/


viernes, 16 de enero de 2009

Quien rie el último...

Tengo una amiga que con tal de trabajar en algo, hace lo que sea. Está a lo que le sale y esa es su profesión. De esta forma, le salió un trabajo para los fines de semana, pero para mucho tiempo. Eso sí; le venía fatal, ya que era fuera de su ciudad y el trabajo era a jornada partida, por lo que le suponía desaparecer de su casa durante 2 días, ya que tenía que comer y todo ahí. Pero como era para largo plazo y le dijeron un sueldo que no estaba del todo mal, decidió aceptarlo. Enseguida se da cuenta, que su trabajo consiste en ser "chica para todo", ya que lo mismo hace de reponedora, que está limpiando una estantería. Por no hablar de las veces que su verdadero cometido se ve truncado al no recibir la mercancía que necesita. No le molaba estar sin hacer nada, y mucho menos que la vieran, por lo que estaba dispuesta a ocupar sus horas de trabajo haciendo lo que la mandasen. La verdad que toda la situación no era lo que esperaba, ya que se siente un pinganillo; por no hablar de los 2 días horrorosos que tiene que estar fuera de casa: se los pasa trabajando, comiendo y haciendo tiempo para volver a trabajar (hacía buen tiempo, pero no quería ni pensar cuando llegara el invierno, con el frío que hace en esa ciudad...). Pero claro, lo que quiere es meterse en esa empresa, ya que piensa que en cuanto tengan un puesto libre en su ciudad, la trasladan. Además, puede ampliar sus horas laborales, cuando toque darle las vacaciones a la que está toda la semana (que por cierto, en cuento firmó el contrato, ya las pidió). Pero lo que pasa por su mente, sobre todo, es saber que donde vive hay un proyecto de un nuevo centro comercial, donde ella podría ir a trabajar. Todavía queda mucho, pero es algo que esta ahí (por ese motivo aguanta).

En cuanto llega la primera nómina, se da cuenta de la estafa, ya que el salario dista mucho de lo esperado. Se empieza a dar cuenta, si merece la pena ese sacrificio de 2 días que le rompe todos los esquemas. Y eso, que ultimamente está más adaptada a ese ritmo espantoso de vida, que le hacía estar molida en el trabajo.

El siguiente fin de semana, pilla un catarro del copón que se vio agravado al estar trabajando todo el día en las neveras. Aún así, no falta a su cometido (la pobre no puede ni acostarse 1 segundo y bien que lo hubiera necesitado). Va a la enfermería y resulta que tiene fiebre, por lo que la manda para casa. No le mola nada, pero el jefe la deja. El siguiente "finde" no se puede ni levantar, ya que tiene vértigo, por lo que llama y dice que irá por la tarde. Acude, pero tiene que volver, ya que ni en pie se tiene. Al día siguiente aparece y se da cuenta que no cuentan con ella como pensó (y le dijeron): una chica le dice que ella le va a dar parte de las vacaciones a la otra... Cada vez ve más claro, que no es lo que ella pensaba, ya que si ni si quiera cuentan con ella para sustituir a otra persona, ¿qué es lo que hace ahí?

A la semana siguiente recibe una llamada telefónica: no tiene que volver más, ya que con lo de la crisis, van a prescindir de su puesto. Enseguida recapacita y se da cuenta que su "fallo" fue ponerse mala. Quizá hasta pensaron que se había dormido y por eso fue por la tarde y se tuvo que volver de un posible "resacón" (a saber qué pensarían). Le hacen firmar un despedido improcedente, pero le hacen ver que es un modo de darle más dinero al tener que indemnizarla. Pero claro, de este modo, nunca más la podrán contratar para hacer otras cosas (y eso que les gusta cómo hace su trabajo, alegando que es muy buena. Cosa que no es mentira: sus promociones salen perfectas).

Por supuesto que lo de la crisis es una milonga. Otra amiga le cuenta que están buscando en internet a una chica para que haga lo que hacía ella. No contratan a una, sino a 2 chicas para su puesto. Son estudiantes y mucho más jóvenes, y lo único que piensan es en divertirse y el trabajo entorpece sus planes. Acuden de doblete y con ojeras de tanto trasnochar. Rápidamente se agobian y piensan en dejarlo. Mi amiga, por su parte, enseguida encuentra nuevos curros, donde no se tiene que pegar esas palizas y además, gana más dinero.

Hace poco una faltó alegando una gripe... A los pocos días lo dejó. A la otra, le dio un ataque de ansiedad cuando le dijeron lo que tenía que promocionar. Cogió sus cosas y se fue para siempre. Mi amiga está que se parte de risa, frotándose las manos y pensando que cualquier día se tendrá que encontrar con la responsable del cotarro. Ésta dará por sentado que mi amiga se enteraría de todo, ya que una amiga suya trabaja ahí... Así que supondrá que se lo contaría (y no se equivoca, claro). Seguro que tendrá que bajar la cabeza, ya que "quién rie el último, rie mejor".


domingo, 11 de enero de 2009

El billete de 10 €


Ayer tocó rebajas, que fui para a ver si compraba algún jersey de invierno y un parka, pero todo ese tipo de prendas había volado por arte de magia (no es de extrañar con este temporal y con la que está cayendo…). Al final compré cosas que no tenía previsto comprar, como ocurre en estos casos, pero lo cierto es que ir a las rebajas y volver sin nada es “misión imposible”. Y mientras aguardaba en una de las interminables colas que se forman estos días tejiendo en mi mente mi próximo post para matar el tedio, vi en el suelo un billete de 10 €. Una que es despistada por naturaleza y además, miope perdida, se extraño de ver aquello y dio por hecho que los demás de la cola habían visto el preciado billete también (que en tiempos de crisis y no crisis nunca viene nada mal). Lo primero que pensé es sino sería de la pareja que estaba justo encima del papel y hasta se me pasó por la cabeza el preguntarles si no sería de ellos. Pero claro, ellos podrían apropiarse de él diciendo que sí, aunque no lo fuera (nadie se iba a enterar si es mentira). También podría suceder que dijeran que no y claro, en ese caso el billete podría ir para mí, pero ya quedaría como una aprovechada (por no pensar que otro espabilado lo reivindicaría). Así que, me propuse coger el billete, por lo que lo que pretendía era acercarme al billete disimuladamente y cogerlo del suelo. En ese momento, el chico que lo tenía debajo lo pisó. Yo ya pensaba que él también lo habría visto y que quería quedárselo como yo. Pero no, la cola se movió y el billete seguía allí. Ya lo tenía más cerca, así que me agaché “como quien coge algo del suelo” y el billete fue para mí. Lo metí en el bolso del abrigo y no paré de tocarlo mientras seguía en la cola (hay que tener cuidado con los carteristas y más pensando que alguien me había visto coger aquello…). Lo peor fue que las chicas que estaban detrás decían que habían perdido algo… (pero no, no era dinero). Pagué con tarjeta y me fui con 10 € más en el bolsillo. No estuvo mal el día de rebajas.

(El billete de la discordia)


viernes, 9 de enero de 2009

Operación envolver regalo

Una vez pasadas las fiestas y con las rebajas de la crisis y del frío a cuestas, voy a hablaros de la operación protagonista este año para el día de Reyes: la operación envolver regalos. Resulta que desde hace ya varías navidades, los grandes almacenes se ahorran de poner a parte de su personal envolviendo los regalos que la gente compra y simplemente pone una mesa con papel y celo para que uno mismo haga estos menesteres. Así que no es cosa de la crisis, como mucha gente decía, ya que a veces parece que no tenemos memoria. Lo que es verdad, es que este año hasta El Corte Inglés prescindió de las “envolvedoras” e hizo lo mismo ¿Será por la crisis? El caso es que mucha gente mandábamos C.V. ya que tiraban de ellos a la hora de coger personal para envolver regalos y hasta daban cursos y todo. Ese trabajo este año, se acabó (a no ser para tiendas pequeñas).

Como siempre, este año, dejé para el último momento la compra de los Reyes (una costumbre muy española, por otra parte), por lo que había cola para que en la mesa de marras la gente envolviera sus presentes. Papeles por todos los lados, rollos de celo que desaparecía y la gente haciéndose un hueco para que sus regalos quedasen monos. Me recordaba a mi época del colegio cuando hacíamos manualidades: que si las tijeras, que si el celo para arriba y para abajo. Y yo digo que para qué tanto lío, si luego el papel se va a romper y a tirar en la basura (en tiempos hasta coleccionaba los envoltorios).


(ojalá los hubieramos envuelto así...).

martes, 6 de enero de 2009

Ese rico roscón

Si hay un dulce navideño que me apasiona es el Roscón de Reyes. Tanto es así, que decidí saltarme la dieta para este día y comer el maravilloso bollo. Una, que ya no está para muchos excesos, prometió no pasarse con el turrón y los polvorones, pero tuvo muy claro que su roscón era sagrado, así que hoy sustituí mi pan con aceite en el desayuno por mi buena ración de roscón (que ya había estrenado el día antes), así que la semana que viene me toca mucho spinning, que luego todo pasa factura…

Y no me digáis que no hay nada mejor para coronar la navidad que un buen Roscón, con sabor a azahar. Así que, como para que nos quieran colar al tío ese gordo con pinta de borracho, que encima es un invento de la Coca-Cola. Qué sigan nuestros Reyes, para que las fiestas sigan después de 1 de enero y además así poder disfrutar de este dulce que ya quisieran en muchos sitios…

Me encanta el azúcar y las almendras que le ponen por encima (por cierto, ¿alguien come las frutas escarchadas?) y ese sabor a azahar que le distingue de todos los demás. También lo hay de nata, pero por ahí no paso, que luego cuesta mucho quitarse los kilos de encima. Eso sí, después de haber probado de todas las pastelerías posibles me quedo con el de Carrefour (no muy caro y muy sabroso). Y por si fuera poco, trae una sorpresa (que casi nos cuesta que nos lo quiten). En mi casa tenemos una colección de figuritas de todos los años.

Si llegaste a esta opinión buscando en Google algo del roscón y leíste hasta aquí, enhorabuena (te dedico esta opinión, se nota que tienes buen gusto).








¡¡¡PERO QUÉ PINTA TIENE!!!